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La Santísima Trinidad

 

12 De Junio De 2022

 

Dios, si bien está muy cerca de nosotros, es Misterio. La liturgia de hoy nos invita a profundizar en ese misterio, para que mejor sepamos amarle. Dios es el Padre que, con sabiduría, ha creado al hombre, por medio de Jesucristo, para librarlo del pecado y que ahora y siempre lleva al cumplimiento la redención, mediante a presencia del Espíritu Santo que guía hasta la verdad plena.

 

ORACION COLECTA


Dios, Padre todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para revelar a los hombres tu admirable misterio; concédenos profesar la fe verdadera, conocer la Gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Pr 8,22-31

La creación y la historia están habitadas por la sabiduría de Dios. Todo lo que nos rodea y todo lo que nos sucede son pues invitaciones a escuchar la palabra de Dios que nos invita a la salvación.


SALMO RESPONSORIAL
R/ SEÑOR, DUEÑO NUESTRO. ¡QUE ADMIRABLE ES TU NOMBRE EN TODA LA TIERRA! R/

  1. Al ver el cielo, obra de tus manos,
    La luna y las estrellas que has creado.
    ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él?
    ¿Qué es el hijo de Adán para que cuides de él? R/
     
  2. Un poco inferior lo hiciste,
    Lo coronaste de gloria y esplendor.
    Has hecho que domine las obras de tus manos. R/
     
  3. Tú lo has puesto bajo sus pies:
    Ovejas y bueyes por doquier,
    Y también los animales silvestres,
    Aves del cielo y peces del mar,
    Y cuantos surcan las sendas del océano. R/


SEGUNDA LECTURA: Rm 5:1-5

San Pablo nos recuerda que tener fe es sentirse en las manos de Dios. Es saber que no hay ninguna tribulación ni ninguna prueba separarnos de Dios.


ALELUYA: Ap 1:8

Aleluya, aleluya.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Al Dios que es, que era y que vendrá.
Aleluya.


EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: Jn 16:12-15

Jesús no es solo ejemplo del pasado, ni tampoco es solo objeto de contemplación y gozo: es también, y sobre todo, el Salvador de hoy, el Mesías a quien hay que seguir y en cuya obra hay que colaborar.

 

Reglas Para “Vencer A Los Escrúpulos

En San Juan de la Cruz, meditamos en lo que nos enseña para “purificar” el alma y unirla con Dios.

Nos enseñó lo mismo que la tradición decía desde Orígenes hasta él, sobre todo lo que enseñaba el franciscano San Buenaventura de las “tres vías”: purificativa, iluminativa y unidad para llegar a la unión con Dios.

San Juan de la Cruz en sus libros escribió la misma doctrina con “la purificación” de los sentidos corporales: ver, oír, gustar, oler y tener, y luego, de las tres potencias espirituales, a saber: “memoria, entendimiento y voluntad”.

Esta purificación es doble: “activa y pasiva”.

Es decir, la “activa” la que el hombre hace por medio de su esfuerzo activo con penitencia y desprendimiento de todos los placeres corporales.

La “pasiva” es la que Dios hace en el alma del hombre por medio de la gracia de Dios.

Para esa “purificación” San Juan nos dice que pasaremos por una “noche” negativa y positiva.

De las “tinieblas” al “amanecer”: del pecado al perdón y misericordia del Señor, que quiere unirse con nosotros por medio de la “llama” del amor.

Vamos a ver lo que nos enseña San Ignacio, que es no sólo muy interesante desde el punto de vista de la psicología como de la espiritualidad cristiana, la nuestra.

Para Freud, es el “subconsciente” que late en nosotros, y que se manifiesta en los “sueños” que tenemos sobre la cama al acostarnos, si es que los recordamos.

Si alguien dice que “no tengo sueños”, no me lo creo.

Ya te aparecerán alguna noche.

Y entonces sentirás la voz del “consciente”, o sea de la “conciencia” que te dirá si lo que has dicho, hecho, tocado, es “pecado o no”.

“Una “conciencia tranquila es la almohada más blanda”, decía Shakespeare me parece.

Nosotros decimos que es la voz interior del Espíritu Santo y muchas veces decimos al acostarnos: “ángel de mi guarda, no me dejes sólo sino me perdería” y ¡a dormir! ¡Y a dormir como un lirón! Mañana será otro día mejor que hoy.

San Ignacio tiene una división muy fácil de comprender para combatir “los escrúpulos”, consistente en dividir las almas en dos clases: “almas gruesas” y “almas delgadas”.

Las “almas gruesas” dice san Ignacio: “en las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, (las gruesas)acostumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciendo imaginar delectaciones y placeres sensuales, por más los conservar y aumentar en sus vicios y pecados; en las cuales personas (las desgadas) el buen espíritu un contrario modo, punzándoles y remordiéndoles las conciencias por medio de la razón” (EE.

314) “En las personas que van intensamente purgando sus pecados, y en el servicio de Dios nuestro Señor de bien en mejor, subiendo, en el contrario modo, Porque es propio del mal espíritu morder, tristar y poner impedimentos, inquiriendo falsas razones para que no se pase adelante; y propio del bueno dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos impedimentos, para que en el bien obrar proceda adelante (EE.315).

“Llamo consolación cuando en el ánima se causa alguna moción interior, con la cual el ánimo viene a inflamarse en el amor de su Creador y Señor; y consecuente, cuando ninguna cosa criada sobre la haz de la tierra puede en sí, sino en el Creador de todas ellas.

Asimismo, cuando lanza lágrimas movidas a su amor a Dios, ahora por el dolor de sus pecados, de la pasión de Cristo nuestro Señor...Finalmente llamo consolación todo aumento de esperanza, fe y caridad y toda alegría interna que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propia salud de su alma, quietándola y pacificándola en su Creador y Señor.

(EE.316).

Desolación, por el contrario es “oscuridad” del alma, turbación en ella, moción a las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a infidelidad, sin esperanza, sin amor, hallándose toda perezosa, tibia, triste u como separada de su Creador y Señor” (EE.317).

“Así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el mal, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar” (EE, 318).

¿Qué hacer entonces? “instar más en la oración, meditación, en mucho examinar y en alargarnos en algún modo conveniente hacer penitencia” (EE.319) ¡Ojo! San Ignacio Distingue entre las “penitencias externas” como sería atarse un cilicio al muslo o darse unas azotadas en la espalda (salvajada que hacíamos nosotros antes en el Noviciado de los jesuitas), o dejar de comer el postre, etc.

Las “penitencias internas” son saludar al padre o hermano que nos resulta antipático, ayudar a estudiar al que lo necesita, etc.

Dedicar más tiempo a la “soledad sonora”, el olvidarse de lo exterior por una hora o más (EE.

16-20.

En resumidas cuentas, cabe preguntarnos a nosotros mismos: “¿es mi “alma gorda?” o ¿es mi “alma delgada”? Si la encuentro algo “gorda” vamos a enflaquecerla “con la gracia de Dios” y apretando el cinturón o las faldas.

Si mi alma “es delgada”, flaca y no me deja dormir vamos a olvidar la vida pasada, con una confesión general bien hecha ante el confesor que más nos gusta, dormir con una almohada blanda y pasar mañana un día mejor.

La última frase que nos debemos decir antes de acostarnos es la que decía San Juan de la Cruz; “a la tarde del día te examinarán en el amor” (no se trata del último día antes de morir) sino de cada día actual que fue nublado o con un cielo azul.

Y también antes de dormir podemos hacer la oración de San Luis Gonzaga (1568-1591):

A NUESTRA SEÑORA ¡Oh Señora mía, Santa María, en tu bendita fe y singular custodia y en el seno de tu misericordia, hoy, cada día y en la hora de mi muerte, te encomiendo mi alma y mi cuerpo, toda mi esperanza y mi consuelo, todas mis angustias y mis miserias, la vida y el fin de mi vida te entrego, para que por tu santa intercesión y por tus méritos, sean dirigidas y enderezadas todas mis obras, según tu voluntad y la de tu Hijo.

Amen.

 

j.v.c

 

 

 
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