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La Gula

Otro aspecto importante. Jesús elimina la distinción entre alimentos puros y alimentos impuros, que era una distinción hecha por la ley judía.

 

En realidad -enseña Jesús- no es lo que entra en el hombre lo que lo contamina, sino lo que sale de su corazón.

Y diciendo así «purificaba todos los alimentos» (Mc  7,19).

Por eso el cristianismo no contempla alimentos impuros.

Pero la atención que debemos tener es la interior: por lo tanto, no en la comida en sí, sino en nuestra relación con ella.

Y Jesús sobre esto dice claramente que lo que hace la bondad o la maldad, digamos, de un alimento, no es el alimento en sí, sino la relación que tenemos con él.

Y nosotros lo vemos, cuando una persona tiene una relación desordenada con la comida, miramos cómo come, come con prisas, como con las ganas de saciarse y nunca se sacia, no tiene una buena relación con la comida, es esclavo de la comida.


 

(Audiencia general 10 enero de 2024) 

 

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