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Lo Que Nos Dijo El Papa Francisco
En Su Visita A Japon

Proteger Toda Vida

Estoy muy contento por el don de visitar Japón y por la bienvenida que me han brindado. Estando aquí con ustedes quiero saludar a todas vuestras comunidades, laicos, catequistas, sacerdotes, religiosos, personas consagradas, seminaristas.

 

No sé si sabrán, pero desde joven sentía simpatía y cariño por estas tierras. Han pasado muchos años de aquel impulso misionero cuya realización se hizo esperar. Hoy, el Señor me regala la oportunidad de estar entre ustedes como peregrino misionero tras los pasos de grandes testigos de la fe. Se cumplen 470 años de la llegada de san Francisco Javier al Japón, quien marcó el comienzo de la difusión del cristianismo en esta tierra. En su memoria, quiero unirme a ustedes para dar gracias al Señor por todos aquellos que, a lo largo de los siglos, se dedicaron a sembrar el Evangelio y a servir al pueblo japonés con gran unción y amor; esta entrega le dio un rostro muy particular a la Iglesia nipona. Pienso en los mártires San Pablo Miki y sus compañeros y en el beato Justo Takayama Ukon, que en medio de tantas pruebas dio testimonio hasta su muerte. Esta entrega para mantener viva la fe a través de la persecución ayudó a la pequeña comunidad cristiana a crecer, consolidarse y dar fruto.

Este viaje apostólico está marcado por el lema “proteger toda vida...” significa, en primer lugar, tener esta mirada contemplativa capaz de amar la vida de todo el pueblo... “Porque sólo lo que se ama puede ser salvado. Sólo lo que se abraza pude ser transformado”. Proteger toda vida y anunciar el Evangelio no son dos cosas separadas ni contrapuestas: se reclaman y necesitan. Ambas significan estar atentos y velar ante todo aquello que hoy pueda estar impidiendo, en estas tierras, el desarrollo integral de las personas.

Sabemos que la Iglesia en Japón es pequeña y los católicos son una minoría, pero esto no debe restarle valor a vuestro compromiso con una evangelización que, en vuestra situación particular, la palabra más fuerte y clara que pueden brindar es la de un testimonio particular, la palabra más fuerte y clara que pueden brindar es la de un testimonio humilde, cotidiano y de diálogo con otras tradiciones religiosas. La hospitalidad y el cuidado que muestran a los numerosos trabajadores extranjero, que representan más de la mitad de los católicos de Japón, no sólo sirven como testimonio del Evangelio en medio de la sociedad japonesa, sino también certifica la universalidad de la Iglesia, demostrando que nuestra unión con Cristo es más fuerte que cualquier otro vínculo o identidad, y es capaz de llegar y alcanzar a todas las realidades.

Sé que la mies es mucha y los obreros pocos, por eso, los estímulo a buscar, desarrollar y fomentar una misión capaz de involucrar a las familias y a promover una formación capaz de alcanzar a las personas allí donde estas se encuentren, asumiendo siempre la realidad: el punto de partida para todo apostolado nace del lugar donde las personas están en sus rutinas y quehaceres. Allí, tenemos que llegar al alma de las ciudades, de los trabajos, de las universidades para acompañar con el Evangelio de la compasión y la misericordia a los fieles que nos fueron confiados.

Pido al Señor que los bendiga.


 

 

 

(extracto del discurso del Papa Francisco a los obispos de Japón, 23 de noviembre).

 

 

 

 
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