Tercer Domingo De Pascua

5 de mayo de 2019

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

Los apóstoles, viviendo la resurrección de Jesús, encuentran su vocación misionera. Y su vida por encima de órdenes y castigo, es verdadero testimonio de ese Cristo Resucitado. En su vida tienen como único objeto de alabanza y de gloria el Cordero que ha sido inmolado. La liturgia de Pascua nos anima a vivir también nosotros esa experiencia de vida.

 

ORACION

Oh Dios generoso en tu amor y en tus dones, tú que nos diste a tu Hijo querido como salvador del mundo, llénanos con la alegría de vivir en tu amor y con la certeza de sabernos unidos a Cristo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen


PRIMERA LECTURA: Hch 5:27-32, 40-41

Al igual que el maestro, la comunidad nacida del misterio Pascual ha sido en todo tiempo perseguida y criticada por los hombres. Pero no teme ni pierde la esperanza. Su lema: obedecer a Dios antes que a los hombres.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 30:2y4, 11-12, 13

R/ TE ENSALZARÉ, SEÑOR, PORQUE ME HAS LIBRADOS

1. Te alabare, Señor, porque me has levantado
Y muy poco se han reído mis contrarios.
Señor, me has sacado de la tumba,
Me iba a la fosa y me has devuelto a la vida. R/

2. Que sus fieles canten al Señor,
Y den gracias a su Nombre Santo.
Porque su enojo dura unos momentos,
Y su bondad toda una vida.
Al caer la tarde nos visita el llanto,
Pero a la mañana es un grito de alegría. R/

3. ¡Escúchame, Señor, y ten piedad de mí;
sé, Señor, mi socorro!
Tú has cambiado mi duelo en danza,
Dios, por siempre te alabaré. R/


SEGUNDA LECTURA: Ap 5:11-14.

La resurrección de Cristo es la garantía del triunfo del Bien y la salvación de todo el universo. El libro del Apocalipsis nos muestra simbólicamente el mundo hacia el cual nos encaminamos y en el que todas las criaturas alaban y dan gracias a Dios.

 

ACLAMACION DEL EVANGELIO

Aleluya, aleluya.
Ha resucitado Cristo, que creó todas las cosas y se compadeció del género humano.
Aleluya.

 

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: Jn 21:1-19

Jesús resucitado se aparece a os apóstoles en medio del trabajo cotidiano. Pidamos una fe como la de los apóstoles capaz de reconocer la presencia de Jesús resucitado en nuestra vida de cada día.

 

5 De Mayo: Tercer Domingo De Pascua
Tema: “¡Es El Señor!”

Los apóstoles y discípulos, que en su mayoría habían huido atemorizados a la hora de la pasión, se sienten fortalecidos por la experiencia de que Jesús, el que había muerto en la cruz, está vivo. Pero no en el sentido de que haya vuelto a “nuestra” vida. Está vivo de una forma nueva y más plena. La muerte ya no tiene poder sobre él. Más bien, Jesús ha vencido a la muerte. Dios le ha resucitado. Es lo que se expresa de una forma gloriosa en la lectura del Apocalipsis. El cielo y la tierra canta sus alabanzas al que ha vencido a la muerte. “Digno es el cordero degollado de recibir el honor y la gloria”.

El encuentro con Jesús se ha dado cuando los discípulos, desanimados –todo parecía haber terminado en el momento de la muerte de Jesús en cruz, ya no había lugar para más sueños ni ilusiones–, habían vuelto a sus antiguas labores. Otra vez las redes y la pesca en el lago. Otra vez las noches de trabajo para volver a la orilla con las redes vacías y el cuerpo cansado. Pero sucede lo impensable. Una figura familiar está en la orilla. Les sugiere que echen la red al otro lado de la barca. Esta vez la red se llena. Los discípulos sienten temor, pero saben que esa figura familiar es Jesús. No hay duda. Cuando llegan a la orilla, les espera con el fuego encendido y el almuerzo preparado. Bendice el pan y lo reparte. Y se encuentran de nuevo comiendo con Jesús, como tantas veces cuando recorrían los caminos de Galilea, como aquella última cena en la que Jesús les dijo que su muerte era la condición para la Nueva Alianza entre Dios y los hombres, aunque entonces no entendieron nada. Ahora comienzan a entender. Se les abre el entendimiento. Si Jesús está vivo, es que todas sus palabras eran verdaderas. Otra vez se les abre el corazón a la esperanza y a las ilusiones. Otra vez Jesús les dice: “Sígueme”.

Por eso los discípulos no tienen temor en anunciar el Evangelio, la buena nueva de que Jesús ha resucitado y de que su reino es una promesa real. No es una fantasía. No es una ficción. Vale la pena arriesgarse por él. Aunque los jefes de su pueblo les prohíban hablar de Jesús, no pueden callar. Ellos son testigos de que Dios “lo exaltó haciéndolo jefe y salvador”.

Nosotros seguimos siendo los testigos del resucitado en nuestro mundo. Cuando nos sentimos cansados, celebramos la Eucaristía y Jesús se hace pan bendito que nos da la fuerza para seguir creyendo, para seguir proclamando el Evangelio, la alegría de sabernos salvados, la esperanza de un futuro nuevo en fraternidad. Y el compromiso para, aquí y ahora, comenzar a vivir el amor a nuestros hermanos y hermanas.  


 

 

Para la reflexión

¿Alguna vez me he sentido desanimado y he pensado que no vale la pena ser cristiano ni esforzarse en amar y en perdonar a todos? ¿Ha sido la Eucaristía, la Misa, el lugar donde he encontrado la fuerza para seguir adelante? ¿Qué siento cuando comulgo?