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Segundo Domingo de Adviento

9 De Diciembre De 2018

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

En adviento la Iglesia quiere que nos preparemos para esperar, libres de todo, al Rey que viene. La condición para la liberación personal y social es la conversión a los valores evangélicos; así nos vestiremos con el esplendor de la salvación de que nos habla Baruc, salvación anunciada por el Bautista y ofrecida por Dios a todos los hombres en la persona de Cristo.

ORACION

Oh Dios, rico en amor y misericordia. El resplandor de tu gloria ilumina a todos los hombres y transforma su tristeza en alegría. Haz que nosotros, que hemos conocido el camino de la salvación, continuemos en la senda de tu amor hasta lograr la plena unión con Cristo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén


PRIMERA LECTURA: Bar 5:1-9

El oráculo del profeta Baruc se refiere a Jerusalén: debe vestirse de fiesta para ser la nueva Jerusalén del nuevo reino. Este es el tema del adviento: renovación individual y colectiva para recibir al Rey que viene.


SALMO RESPONSORIAL: Sal 126:1-2, 2-3, 4 y 6

R/ GRANDES COSAS HA HECHO EL SEÑOR POR NOSOTROS, REBOSABAMOS DE GOZO.

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión,
Nos parecía estar soñando;
Nuestra boca se llenaba de risa
Y nuestra lengua de gritos de alegría. R/

Entonces entre los paganos se decía:
“¡Qué grandes cosas ha hecho el Señor por ellos!”
Sí, grandes cosas ha hecho el Señor por nosotros,
Rebosábamos de gozo. R/

Haz que vuelvan, Señor, nuestros cautivos,
Como riachuelos entre tierras áridas.
Los que siembran entre lágrimas
Cosechan entre cantares. R/


SEGUNDA LECTURA: Flp 1:4-6,8-11

El apóstol San Pablo recuerda a la comunidad de Filipo y a cada uno de nosotros que debemos convertirnos, es decir, que debemos seguir creciendo en bondad y en sabiduría.


Aclamación al Evangelio Lc 3:4,6

Aleluya, Aleluya. Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. Todos los hombres verán la salvación de Dios. Aleluya.


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS Lc 3:1-6

El evangelio de San Lucas nos recuerda el comienzo de la misión de San Juan Bautista. Leamos el evangelio y trabajemos también nosotros para que el Señor visite la sociedad en la que vivimos.


9 de diciembre: SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

TEMA: AQUÍ Y AHORA, EN ESTE MOMENTO

La esperanza tiene un tiempo concreto. La esperanza no es algo que quede siempre en un futuro borroso y sin formas. La esperanza condiciona nuestra forma de vivir aquí y ahora. La esperanza nos hace pensar en algo que da sentido a lo que sucede aquí y ahora, en este momento, en mi vida y en la de mis hermanos, en el mundo y en el universo. En Adviento nuestra esperanza, la confianza en que este presente nuestro tiene sentido, encuentra sus raíces en el relato, repetido cada año y nunca asimilado del todo, del nacimiento de Jesús. A ese recuerdo se orienta todo el Adviento. 

Pero hace falta que nos demos cuenta de que el relato del nacimiento de Jesús no es un mito de la antigüedad. No es una historia inventada para justificar unos determinados comportamientos o creencias. Es algo que sucedió en un momento histórico determinado, en un lugar geográfico concreto. El nacimiento de Jesús es la encarnación de Dios. Y esa encarnación es real. No es una visión. No es una novela de ficción. No es un sueño. Jesús fue un personaje histórico. Se relacionó con personas concretas. El Evangelio de Lucas se esfuerza por presentarlo en conexión con los hechos históricos del momento. Si Jesús fue bautizado por Juan, entonces Lucas nos informa de que Juan comenzó su ministerio profético “en el año quince del reinado del emperador Tiberio”. Y da más información histórica. 

No es baladí recordar que la encarnación sitúa a Dios en nuestra historia, en un momento y un tiempo concreto. Eso significa que nuestra vida cristiana, la que se desarrolla y despliega a partir de la fe y esperanza en la salvación que Dios nos ofrece en Jesús, se vive y experimenta en lo concreto de nuestra historia. Eso significa que nuestra relación con Dios no tiene lugar fuera de esta historia sino en esta historia. 

El Adviento nos hace bajar de las alturas, nos hace salir del silencio de nuestros cuartos y capillas, de nuestras iglesias y rituales. Nos invita a ir a la calle, a mezclarnos con el ruido de la gente, de los coches, de los vendedores, de los pobres que piden limosna y de las sirenas de la policía. El Adviento nos recuerda que ahí es donde encontramos a Dios. El primer sacramento, el más auténtico y real de todos, es la persona humana. Cualquier persona humana es signo y presencia de Dios. Cuando Dios escogió acercarse a nosotros, lo hizo asumiendo un rostro concreto, el de Jesús. Desde entonces, cualquier rostro –y quizá con más fuerza, los más sucios, los más desgarrados, los más sufrientes– es sacramento de la presencia de Dios entre nosotros. Hoy, aquí y ahora, volvemos la mirada a nuestros hermanos y hermanas y descubrimos que Jesús, el que viene, da sentido a nuestro compromiso por hacer un mundo más justo y más fraterno. Fr fm
 

Para la reflexión

¿Soy consciente de que mi vida cristiana se juega en la relación con mis hermanos y hermanas?

¿Veo en ellos y ellas la presencia de Dios que me llama a construir su Reino?

¿Me comportaría de otra manera si viera en su rostro a Jesús?

¿Cuáles serían las diferencias? 

 
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