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Semana Santa 2024

Trigesimo Primero Domingo Del Tiempo Ordinario

4 De Noviembre De 2018

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

La ley del amor está de fondo en la liturgia de hoy. Es el mandato del Señor a su pueblo. Es la recopilación que Cristo hace en su nueva ley. Y, para que este amor pueda hacerse realidad en todos, es para lo que Cristo, Sumo Sacerdote, se entrega a sí mismo e intercede por nosotros.

ORACION

Oh Dios, fuente de amor, Jesús, tu Hijo, nos mostró con palabras y obras el camino que lleva a la vida. Te pedimos que su palabra resuene fuertemente en el corazón de los que nos congregamos buscando la verdadera forma de vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

PRIMERA LECTURA: Dt 6:2-6

La ley que el Señor da a su pueblo se resume en la palabra “amar”. El amor es el origen de toda ley y de toda práctica religiosa. Pero es un amor que no se entiende sólo como sentimiento; es un amor que se entiende, principalmente, como responsabilidad y ayuda a los demás.

SALMO RESPONSORIAL: Sal 18:3, 23 y 25, 47 y 50

R/ YO TE AMO, SEÑOR, TU ERES MI FORTALEZA.

Yo te amo, Señor, mi fuerza,
El Señor es mi roca y fortaleza;
Es mi libertador y es mi Dios. R/

Es la roca que me da seguridad;
Es mi escudo y me da la victoria.
Invoco al Señor que es digno de alabanzas,
Y me veo libre de mis enemigos. R/

¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!
¡Ensalzado sea el Dios que me salva!
Tú que a tu rey das victoria tras victoria,
Y sigues con tus favores a tu ungido,
A David y a su descendencia para siempre. R/



SEGUNDA LECTURA: Hb 7:23-28

Ser sacerdote es mediar entre Dios y los hombres. Jesús es el sacerdote perfecto, que su palabra y vida conduce a los hombres a Dios.



Aclamación al Evangelio Jn 14:23

Aleluya, Aleluya. Si alguno me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él. Aleluya.



EVANGELIO SEGÚN MARCOS Mc 12:28-34

Amar a Dios con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas es amar y servir a los demás. No el que haga grandes sacrificios y penitencias entrará al Reino de los Cielos sino el que trate con cariño al más pequeño de los hijos de Dios.

 

4 De Noviembre: Domingo 31 Del Tiempo Ordinario
Tema: Los Dos Mandamientos Son Uno

 

Pongo este título a la homilía porque dice Jesús que los dos primeros mandamientos son “uno”.


En el Antiguo Testamento, según la primera lectura del Deuteronomio, solamente se habla del “primer mandamiento”, pero Jesús, cuando un letrado honesto le preguntó por cuál es el primer mandamiento, Jesús le responde diciendo que el primer mandamiento “son dos en uno”. Es decir, amar a Dios con todas las fuerzas y todo el corazón, y amar al prójimo como a sí mismo.


Yo antes dividía esta enseñanza en dos partes. En el “orden psicológico”, primero hay que “amarse a sí mismo”, es decir aceptarse como Dios nos ha hecho, con virtudes y defectos. Porque el que se acepta a sí mismo, luego puede aceptar al prójimo en la familia y en la sociedad, y después elevarse a amar a Dios, a quien no ve. Ya dice S. Juan en su primera carta que “si no amamos al prójimo a quien estamos viendo, tampoco podremos amar a Dios a quien no se ve con los ojos corporales”. Y segundo, en el “orden de transcendencia”, es al revés, no subir de abajo arriba, sino bajar de arriba abajo, porque si amamos a Dios, Él nos dará fuerzas para bajar a amar a todos nuestros hermanos y hermanas...


Jesús, como dice la carta a los Hebreos de este domingo es “nuestro Pontífice: santo, inocente, sin mancha...que vive siempre para interceder en nuestro favor”... para que sepamos amar así.

San Francisco de Asís (1182-1226) en su Regla primera, 23 dice:

 

Amemos todos con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con toda la fuerza y poder, con todo el entendimiento, con todas las energías, con todo el empeño, con todo el afecto, con todas las entrañas, con todos los deseos y quereres, al Señor Dios, que nos dio y nos da a todos nosotros todo el cuerpo, toda el alma y toda la vida, que nos creó, nos redimió y por su sola misericordia nos salvará; que nos ha hecho y hace todo bien a nosotros, miserables y míseros, pútridos y hediondos, ingratos y malos.

Ninguna otra cosa, pues, deseemos, ninguna otra cosa queramos, ninguna otra cosa nos agrade y deleite, sino nuestro Creador y Redentor y Salvador, único Dios verdadero, que es bien pleno, todo bien, bien total, verdadero y sumo bien; que es el solo bueno, piadoso, manso, suave y dulce; que es el solo santo, justo, veraz, santo y recto; que es el solo benigno, inocente, puro; de quien, y por quien, y en quien está todo el perdón, toda la gracia, toda la gloria de todos los penitentes y justos, de todos los bienaventurados que gozan juntos en los cielos”...
 

Termino con la poesía de Damián de Vegas, un poeta salmantino de la segunda mital del siglo XVI, a quien Cervantes alaba. La poesía se llama:

DEL AMOR DE DIOS Y DEL PRÓJIMO

Los dos amores, de Dios
y del prójimo, pensad
que son una caridad,
y no dos.

Habéis de considerar
dos ramos en un pezón,
que, aunque desiguales son,
creciendo van a la par.
Pues así el amor de Dios
y el de la projimidad
son sólo una caridad,
y no dos.

Imposible es que a lo alto
del amor de Dios subáis
si en el del prójimo estáis
ratero, imperfecto y falto;
porque este amor y el de Dios
tienen tan gran hermandad,
que son una caridad,
y no dos.

De aquí quedará entendido
lo que la Escritura clama:
que quien al prójimo ama
la ley de Dios ha cumplido;
pues claro está que ama a Dios
el que a la projimidad
fía sola una caridad,
y no dos. 

 

j.v.c. 

 

 

 
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