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Decimoquinto Domingo Del Tiempo Ordinario

21 de JULIO de 2018

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

Elegidos y enviados. El Señor elige a Amós y lo saca de en medio de sus tareas para que profetice a la casa de Israel. Jesús envía a los Doce a predicar la conversión. Nosotros hemos sido elegidos, por el amor, antes de la creación del mundo a ser santos e irreprochables ante él.


ORACION

Oh Dios, que llamas e invitas a todos, y que, en todos los tiempos y edades, buscas trabajadores para tu reino, te pedimos que quienes celebramos juntos la fiesta del domingo prestemos oídos atentos a tu voz que resuena en el silencio, y podamos así darte mejor acogida en nuestros corazones. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén


PRIMERA LECTURA: Amos 7:12-15

Dios elige y envía a Amós para que profetice a su pueblo. Es de una región pobre y su palabra molesta a los poderosos de Israel. El profeta sufre el rechazo y la oposición; sólo tiene en su favor el mandato y la fuerza del Señor.


SALMO RESPONSORIAL: Sal 85:9, 10-11, 12-14

R/ MUESTRANOS, SEÑOR, TU MISERICORDIA Y DANOS TU SALVACION

  1. Quiero escuchar lo que dice el Señor:
    Pues Dios habla de paz a su pueblo y a sus servidores,
    Cerca está su salvación de los que le temen
    Y habitará su Gloria en nuestra tierra. R/
     
  2. La Gracia y la Verdad se han encontrado,
    La justicia y la Paz se han abrazado;
    De la tierra está brotando la verdad,
    Y del cielo se asoma la justicia. R/
     
  3. El Señor mismo dará
    Y dará sus frutos nuestra tierra.
    La rectitud andará delante de él,
    La paz irá siguiendo sus pisadas. R/


SEGUNDA LECTURA: Ef 1:3-14

Dios Padre nos lo ha dado todo por medio de Jesucristo. Nos ha elegido no por nuestros propios méritos sino por su amor. Leamos con corazón agradecido este himno escrito por San Pablo.


Aclamación al Evangelio Ef 1:17-18

Aleluya, Aleluya. El padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para conocer cuál es la esperanza a la que nos llama. Aleluya.


EVANGELIO SEGÚN MARCOS MC 6:7-13

Jesús envió a los Doce a predicar y les recomendó no llevar nada para el camino. Cuanto más difícil es la misión menos confianza en las propias fuerzas y más confianza en el poder de Dios se necesita para poder cumplirla.

 

15 de julio: DOMINGO 15 DEL TIEMPO ORDINARIO
TEMA: “SER FUENTES Y NO SACOS”

Esta expresión es de San Agustín. La aplica él al evangelio de este domingo, cuando Jesús da sus instrucciones a los apóstoles, antes de enviarlos a la misión de llevar “la paz” a muchos lugares...

¿Qué quiere decir eso de “ser fuentes y no sacos”?...

El que es como “un saco” es egoísta, todo lo quiere para él, piensa siempre desde su punto de vista, ayuda a los demás movido por una necesidad interna de que él es el motor de todo y de todos, convencido de que sin él los demás no pueden hacer nada. ¡Todo desde mi saco!...

En cambio, el que es como “una fuente” está centrado en los demás, les lleva “su agua interna, pura y cristalina”, la que recibe de Jesús al que ama y le impulsa a compartir esa gracia de su amor con todos los que se encuentra en su camino de la vida. Recuerda el caso de la Samaritana, del evangelio de Juan capítulo 4, cuando Jesús le promete “el agua viva” y ella pide sincera y humilde: “Señor, dáme de ese agua, para que no tenga ya más sed ni necesidad de venir a saca agua de este pozo”...

Si somos cristianos de verdad, debemos ser “fuentes” para llevar a todos lo mejor que tenemos recibido: la paz, el amor, el servicio, la alegría...

Como dice S. Pablo en la segunda lectura de hoy: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.

Por lo tanto, centralidad en la persona de Cristo, llevar a él y no ideas. Llevar su “paz”...¿Qué es la paz?. Santo Tomás de Aquino la llamaba: “tranquilidad en el orden”. O sea, que cuando estamos en orden con Dios, con los demás, con nosotros mismos, nos nace dentro la “tranquilidad”...

En japonés, paz se dice: heiwa. Y un filósofo católico llamado Watanabe K. En su libro: “Filosofía de la Paz”, estableció la siguiente distinción: para tener “paz” (heiwa), primero hay que poseer personalmente la : “heian” (la paz interior o tranquilidad en el orden). ¿Qué quiere decir?. Pues, “heian”, se escribe con dos kanjis o caracteres chinos así: 平安, que bien vistos expresan: 平 (hei): equilibrio o igualdad, y: 安 (an) representa a una mujer que debajo de un techo, está como reclinada en un sofa, gozando internamente de la paz o tranquilidad interior. Pues bien, sin “heian” no se puede conseguir la “heiwa”, que es la “hei” o igualdad o tranquilidad, esparcida en un “wa”, o sea 平和 equivalente a un círculo expansivo de paz entre distintios países, en el mundo total. Resumiendo, sin “heian” personal, no hay “heiwa” o paz entre todos...

Ser “fuentes” equivale a esa “heian” interna que goza con el “agua viva” de Jesús.

El Venerable Francisco Libermann (1802-1852), francés que fundó la “Congregación del Espíritu Santo”, en su Cartas Espirituales dijo:

“Lo que es necesario es conservar el alma en la paz, en la alegría, en medio de las continuas privaciones, experimentadas con fuerza, no solamente por las privaciones corporales, que son bastante fáciles de soportar, sino en las privaciones espirituales o morales. Estas son mucho más dolorosas, entristecen, turban, desaniman a un alma débil y apegada a sí misma; proporcionan una fuerza, una serenidad y un vigor absolutamente nuevo a un alma fuerte, por una sólida abnegación de uno mismo y por una adhesión a Dios solo”.

Termino con una poesía del poeta palentino Félix García (1897-1965) titulada:

 

“LA SAMARITANA”

Allí, junto a aquel pozo,
convidaste, Señor, a mi alma herida
con las aguas eternas, que, gustadas,
encienden más la sed del agua viva.


Ella, la pecadora,
del mal de tus ausencias padecía,
y en un instante descubrió los hondos,
los claros manantiales de la dicha.
Nueva samaritana,
mi alma se hace, Señor, la encontradiza
en tus caminos interiores.


¡Oye, no pases tan de prisa!
¡He aquí el pozo, el corazón, el agua;
reposa tu fatiga!
¡Oiga yo tus palabras! Haga un alto
tu amor en mi conquista!
¡He aquí el brocal del corazón! Sentaos
aquí, junto a mi vida!

j.v.c. 

 

 

 

 

 
 
 
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