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Semana Santa 2024

Segundo Domingo de Cuaresma

25 de Febrero de 2018

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

Dios habla a Abrahán. Éste escucha y obedece hasta sacrificar a su propio hijo. Dios habla en el monte Tabor e invita a escuchar la voz de su Hijo. Dios está con nosotros y nos perdona en su propio Hijo.

ORACION

Oh Dios, lleno de gloria y esplendor, tú señalaste como tú "hijo querido" a Jesús que caminaba hacia la pasión. Haz que nosotros, que escuchamos y seguimos su palabra, continuemos caminando nuestra vida como hijos tuyos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

PRIMERA LECTURA: Gn 22:1-2, 9, 10-13, 15-18

Abraham es llamado, con justicia, el "padre de la fe" Este texto es un buen ejemplo de la confianza sin límites que Abraham tenía en Dios.


SALMO RESPONSORIAL: Sal 116: 9 y 12, 16 y 14

R/ CAMINARES EN PRESENCIA DEL SEÑOR, EN EL PAIS DE LA VIDA.

  1. Tenía fe, aun cuando me dije:
    "Yo soy muy desgraciado".
    A los ojos de Dios es muy penoso
    Que mueran sus amigos . R/
     
  2. Señor, tu me has soltado mis cadenas
    A mí, tu servidor; que es hijo de tu esclava.
    Quemaré un sacrificio en tu presencia
    Para darte las gracias
    Invocando tu nombre, oh mi Señor. R/
     
  3. Voy a cumplir mis promesas al Señor
    Delante de su pueblo reunido,
    En los patios del Templo del Señor,
    En medio de ti, Jerusalén. R/

SEGUNDA LECTURA: Rm 8:31-34

Si Dios "entregó a su Hijo a la muerte por nosotros" podemos estar absolutamente seguros de que jamás va a negarnos su ayuda. Esto es lo que nos recuerda San Pablo.

Aclamación al Evangelio Mt 4:4

En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: "Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo".

EVANGELIO SEGÚN MATEO Mc 9:2-10

La transformación de Cristo camino a Jerusalén no recuerda que la cruz y los sufrimientos nuca tienen la última palabra en nuestra vida y que van siempre de la mano de la resurrección.


25 de febrero: Segundo domingo de Cuaresma

TEMA: DOMINGO DE "LOS TRES MONTES"

Llamo a esta homilía la de "los tres Montes", porque en la primera lectura tomada del Génesis se nos dice que Abrahám marchó al Monte Moria con su hijo Isaac para sacrificarlo allí, aunque luego no lo hizo por mandato de Dios; la segunda lectura de San Pablo en su carta a los Romanos, nos insinúa que Dios sacrificó a su Hijo único Jesucristo por nuestra redención en el Monte Calvario; y el Evangelio nos habla del Monte Tabor, a donde Jesús subió con Pedro, Santiago y Juan, y se transfiguró ante ellos, para darles fuerzas a fin de superar la prueba de su pasión y muerte, y no perdiesen la esperanza de que resucitaría al tercer día, el día de Pascua después de la Cuaresma.

Subir supone esfuerzo, cansancio, pero una vez en la cima de un monte el panorama llena de luz y de alegría. El aire es más puro, la luz más clara. Me acuerdo de cuando yo subí con otros compañeros al Monte Fuji, emblema del Japón, con sus más de 3.000 metros de altura. Desde entonces tengo ante mí vista una foto del Monte Fuji, que me habla de pureza, elevar la mente arriba, al cielo, esforzarme más cada día...Vivir la "forma pascual" de Jesús: pasar del "Amén al Aleluya": del sufrimiento y dolor de la pasión al gozo de la Resurrección y victoria del Señor.

Pidamos hoy al Señor "la gracia de la transfiguración": ser transformados en la imagen de Cristo, que nos labre, que nos infunda transparencia de alabanza, acción de gracias, pureza de vida. Esa es la energía que nos aporta Jesús transfigurado. Preparémonos con más oración durante esta Cuaresma. Orar es como "subir al monte de la contemplación"...

Anastasio del Sinaí (?-700), en su Homilía en la fiesta de la Transfiguración dijo:
 

Hay que apresurarse hacia la montaña, como hizo Jesús, que, tanto allí como en el cielo, es nuestro guía y nuestro precursor. Con él brillamos con mirada espiritual, seremos renovados y divinizados en la esencia de nuestra alma; configurados a su imagen, como él, seremos transfigurados: divinizados para siempre y transportados a las alturas.
Acudamos pues, con confianza y alegría, y penetremos en la nube, como Moisés y Elías, como Santiago y Juan. Como Pedro, sé llevado a esta contemplación y esta manifestación divina, sé transformado magníficamente, transportado fuera del mundo, por encima de esta tierra. Deja aqui la carne, deja la creación y vuélvete hacia el Creador, al que Pedro mismo decía, arrebatado: ¡Señor, qué bien se está aquí! Sí, Pedro, es verdaderamente bueno estar aquí con Jesús, y estar aquí para siempre".


Quiero concluir con la poesía preciosa del santanderino Gerardo Diego (1896-1987) titulada:


SALMO DE LA TRANSFIGURACIÓN

Transfigúrame.
Señor, transfigúrame.
Traspáseme tu rayo rosa y blanco.

Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul, morada y amarilla
en tu más alta catedral.

Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de Ti en tu gloria traspasado.
Quiero poder mirarte sin cegarme,
convertirme en tu luz, tu fuego altísimo
que arde de Ti y no quema ni consume.

¡Oh mi Jesús alzado sobre el trío
-Pedro, Juan y Santiago-
que cerraban sus ojos incapaces
de sostener tu Luz, tu Luz!

Y no cerrar mis párpados
como ellos los cerraban
con tu llaga de luz sustituyéndote
en inconsútil túnica incesante,
y dentro Tú manando faz de Dios".
 

j.v.c.

 

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