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Semana Santa 2024

Vigesimoséptimo domingo del tiempo ordinario (A)

8 de octubre de 2017

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

Hay un compromiso de Dios para con su pueblo, su viña, y hay una irresponsabilidad por parte de Israel. Esta infidelidad es motivo para que la salvación pase a nuevas gentes que respondan al amor. Para que la Iglesia permanezca siempre y sea instrumento de salvación, tiene que ser fiel al servicio de la verdad y a los valores que salvan al hombre.
 

ORACION

Oh Dios, fuente de vida, tú guardas y cultivas todas las cosas, para que den fruto abundante. Haz que, teniendo siempre el corazón orientado y abierto a tu acción salvadora, podamos responder adecuadamente a ese amor. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
 

PRIMERA LECTURA: Is 5:1-7

La viña es muchas veces en la Biblia el símbolo de la amada. El amigo del enamorado nos canta los amores no correspondidos. “La viña… es la casa de Israel”… y la viña podemos ser todos nosotros, ingratos ante tantas señales de amor por parte de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 79:9-10,15-16,18-19

R/ LA VIÑA DEL SEÑOR ES LA CASA DE ISRAEL.

  1. Tenías una viña que arrancaste de Egipto,
    Para plantarla, expulsaste naciones.
    Extendía sus sarmientos hasta el mar
    Y sus brotes llegaban hasta el río. R/
     
  2. ¿Por qué has destrozado sus cercos?
    Cualquier transeúnte saca racimos,
    El jabalí de los bosques la devasta
    Y los animales salvajes la devoran. R/
     
  3. ¡Oh Dios Sabaot, es hora de que regreses;
    Mira del o alto del cielo y contempla,
    Visita esa viña y protégela,
    Ya que tu derecha la plantó. R/
     

SEGUNDA LECTURA: Fil 4:6-9

Los cristianos de la comunidad de Filipos tienen una duda: ¿hay que incorporar lo bueno que hay en la moral pagana, o hay que partir de cero para hacer una moral cristiana? Pablo responde que el cristiano no inventa la moral, sino que la perfecciona y la conduce hacia Dios. Esta lección es también válida para nosotros. Mientras reconocemos lo bueno que hay en nuestra sociedad debemos tratar de conducir a todos hacia Jesucristo.

Aleluya Jn 15:16

Aleluya, aleluya.
Soy yo quien os he elegido, para que vayáis y deis fruto, dice el Señor. Aleluya

 

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Mt 21: 33-43

Todas las cosas que poseemos en la vida son de Dios. Él es el dueño de la vida que un día vendrá a pedirnos cuenta y a reclamar los frutos que nuestra vida ha producido. Quien se olvida de esto vive de modo egoísta y solamente pensando en acumular riquezas para sí mismo.


8 de octubre: Domingo 27 del tiempo ordinario
TEMA: PARÁBOLA DE LOS VIÑADORES


Hoy el tema de la Palabra de Dios es también el de “la viña”. El domingo pasado era, como dijimos, el de “los tres hijos enviados por el Padre a la viña”...
La primera lectura del profeta Isaías es un “canto a la viña” de Dios, que la cuidó, plantó buenas cepas, esperó que diese uvas pero dio agrazones...tendrá que abandonarla y prohibir a las nubes que lluevan sobre ella...


En la segunda lectura, S. Pablo en su carta a los Filipenses, dice cuáles son los frutos (uvas) que Dios espera de nosotros: “todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable”...


En el evangelio, Jesús cuenta a los líderes del pueblo la “parábola de los viñadores”...rememora el canto a la viña de Isaías, y dice que a Dios le fallan las previsiones. Su esperanza se ve fallida. Ofrece amor y recibe traición. Multiplica el perdón, las atenciones y recibe negativas. Tenemos que rogarle que no se canse de esperar...
Dios Padre envió a profetas, que fueron rechazados y al final nos envió a su Hijo Jesús...que murió en la cruz por culpa de nuestros pecados. Dios lo ha dado todo, Dios es pobre, no le queda nada. Pero ese Jesús rechazado, “es la piedra angular” del edificio...Anuncia la resurrección y exaltación de Jesús, es el “Punto Omega” que nos atrae con la fuerza de su amor que brota de su Corazón. Y espera frutos de justicia, de amor servicial, de solidaridad entre todos los hombres de buena voluntad. Dios nos alcanza, quiere lo mejor para nosotros, partiendo de una posición opuesta a la nuestra. Pero no corre detrás, sino que va a nuestro encuentro. No nos alcanza por la espalda, sino que nos lo encontramos de frente, lo vemos de cara...


San Máximo de Turín (380-465), que fue el primer obispo de esa ciudad de Turín, en un sermón dijo:

La viña del Señor, dice el profeta, es la casa de Israel. Ahora bien, esta casa somos nosotros, y pues somos Israel, somos también la viña del Señor. Vigilemos, pues, que no nazca de nuestros sarmientos, en lugar de la uva dulce, el fruto de la cólera, para que diga: Esperaba uvas y dio agraces. ¡Qué tierra tan ingrata! La que tenía que dar a su amo frutos de dulzura, lo atravesó con espinas agudas. Así, sus enemigos, los que tenían que haber acogido a su Salvador con toda la devoción de su fe, lo coronaron con espinas en la pasión. Para ellos esta corona significaba ultraje e injuria, pero, a los ojos del Señor, era la corona de las virtudes.

Prestad atención, hermanos, que no se diga a vuestro propósito: Esperaba buenos frutos y dieron agraces. Estemos atentos a que nuestras malas acciones no hieran la cabeza del Salvador como espinas crueles. Hay espinas del corazón que han herido hasta la misma palabra de Dios, como dice el Señor en el Evangelio cuando narra que el grano del sembrador cayó entre espinos, estos crecieron y ahogaron la semilla. Vigilad, pues, que vuestra viña no produzca espinos en lugar de racimos, que vuestra vendimia no dé vinagre en lugar de vino”...


Termino con el soneto del Arzobispo poeta de Méjico Luis María Martínez (1881-1956) titulado:


EL FRUTO DE LA VIDA

El fruto de la vid sin el pesado
esfuerzo del lagar no fuera vino,
ni el trigo candeal sin el molino
se convirtiera en pan inmaculado.

Si por dolor no fuera transformado
en pan de vida y en licor divino
el amor, no cumpliera su destino
de darse en comunión siempre el amado;

sin la cruz, para mi Jesús no fuera
pan de salud y cáliz de alegría
y él mismo en mi miseria no viviera,

y pues su amor me dio eucaristía,
mi amor no fuera amor si no le diera,
por un milagro de dolor, la mía.
 

 

j.v.c.

 

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