Vigesimo Noveno Domingo Del Tiempo Ordinario

 

17 De Octubre De 2021

 

Lo que en la sociedad se busca es el poder, el dominio sobre los demás. Jesús tiene otra lógica: nos propone el espíritu de servicio. El nos enseña el camino como Siervo que da su propia vida para justificar a muchos y es también él quien, conocedor de nuestra debilidad, intercede ante Dios para alcanzarnos la gracia de la misericordia.

 


ORACIÓN COLECTA

Oh, Dios, rico en dones y gracias, tu Hijo Jesús ofreció su propia vida por la salvación de todos. Haz que nosotros, aun en medio del sufrimiento y de la prueba, sepamos descubrir la esperanza en esa misma cruz de Cristo. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

 

PRIMERA LECTURA: Is 53:10-11


El siervo de Dios es aquel que no sólo ayuda a los demás con palabras, sino que carga sobre sus hombros los males ajenos.

 

 

SALMO RESPONSORIAL

R/ QUE TU MISERICORDIA, SEÑOR, VENGA SOBRE NOSOTROS, COMO LO ESPERAMOS DE TI.

  1. Recta es la palabra del Señor,
    Y verdad toda obra de sus manos.
    El ama la justicia y el derecho,
    Y la tierra está llena de su gracia.
     
  2. Está el ojo del Señor sobre los que le temen,
    Y sobre los que esperan en su amor,
    Para arrancar sus vidas e la muerte
    Y darles vida en momentos de hambruna.
     
  3. En el Señor nosotros esperamos,
    Él es nuestra defensa y nuestro escudo.
    Venga, Señor, tu amor sobre nosotros,
    Como en ti pusimos nuestra confianza.

 

 

SEGUNDA LECTURA: Hb 4:14-16


Si todo sacerdote tiene como misión el unir a los hombres con Dios, Jesús, verdadero hombre y Dios, se convierte en el Sumo Sacerdote que une definitivamente con él a la humanidad rescatada.

 

 

ALELUYA: Mc 10:45

Aleluya, aleluya.

El Hijo del Hombre ha venido para servir y dar vida en rescate por todos.

Aleluya.

 

 

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: Mc 10:35-45

El camino de Cristo, servidor de todos, contrasta con el que prefieren los discípulos. El evangelio nos exhorta a despojarnos de las aspiraciones de poder en favor del servicio a todos.

 

 

 

 

 

El Camino De La Cruz No Es El “Sufrir” Sino 
El De “Servir”



Este domingo nos presenta a los dos hijos de Zebedeo: Santiago y Juan, 
pidiendo a Jesús sentarse en su “Gloria” uno a la derecha y el otro a la 
izquierda. Pero Jesús les responde: “No sabéis lo que pedís, ¿Sois capaces 
de beber el cáliz que yo he de beber? Ellos, con una mentalidad terrena, 
pensando que Jesús era un Rey a lo David, contestaron: podemos”. Los otros 
discípulos se indignaron al oír esa petición de Santiago y Juan, porque 
también ellos pretendían lo mismo. 
Entonces Jesús, les responde a todos: “el que quiera ser grande, sea 
vuestro servidor...porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, 
sino para servir y dar su vida en rescate para todos”. 
Con esta respuesta de Jesús, se cumple la profecía de la primera lectura de 
hoy: “Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia...mi 
Siervo justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos”. 
Y también lo que dice la segunda lectura: “No tenemos un sumo sacerdote 
incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado 
en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado”... 
Esta mentalidad de Jesús es muy distinta a lo que decía el psicólogo 
alemán Adler (1870-1937) de que el hombre se define como una “pasión por el 
poder” (libido potentiae”), sino todo lo contrario: el hombre como lo define 
Jesús: es una “pasión por servir” (libido serviendi) a los demás en humildad, 
en la alegría de desaparecer y servir, abandonando cualquier contabilidad de 
recompensa, es una invitación al amor. 
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) en su Conferencia sobre el Credo, n.6 
dice: el que quiera ser el más grande de entre vosotros 
será vuestro servidor 
¿Qué necesidad había de que el Hijo de Dios padeciera por nosotros? 
Una gran necesidad que se puede resumir en dos puntos: necesidad de 
remedio por lo que se refiere a nuestros pecados y necesidad de ejemplo para 
nuestra conducta. Porque la pasión de Cristo nos proporciona un modelo

 

válido para nuestra vida. Si buscas un ejemplo de caridad: Nadie tiene amor 
más grande que el que da la vida por sus amigos. Si buscas la paciencia, es 
sobre la cruz donde la encontrarás en su plenitud. Cristo soportó enormes 
sufrimientos en la cruz y con gran paciencia, puesto que cuando lo insultaban, 
no devolvía el insulto; como una oveja lleva al matadero, ni tan solo abría la 
boca. Renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la 
ignominia. 
Si buscas un ejemplo de humildad, mira al Crucificado. Porque Dios quiso 
ser juzgado bajo Poncio Pilato y morir. Si buscas un ejemplo de obediencia, no 
tienes más que seguir a aquel que se hizo obediente al Padre hasta la muerte. 
Si buscas un ejemplo de menosprecio de los bienes terrenos, no tienes que 
hacer otra cosa que seguir al que es el Rey de reyes y Señor de los señores, en 
quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento; 
desnudo está en la cruz, hecho la burla de todos, cubierto de salivazos, 
golpeado, coronado de espinas, y por fin, lo contemplamos bebiendo hiel y 
vinagre”. 
Termino con un poema de San Francisco de Asís (1181-1182) titulado:



Un instrumento de paz 
Señor, haz de mí 
un instrumento de tu paz. 
Donde haya odio, 
que yo ponga amor. 
Donde haya ofensas, 
que yo ponga perdón. 
Donde haya discordia, 
que yo ponga unión. 
Donde haya error, 
que yo ponga verdad. 
Donde haya duda, 
que yo ponga fe. 
Donde haya desesperación, 
que yo ponga esperanza. 
Donde haya tinieblas, 
que yo ponga luz. 
Donde haya tristeza, 
que yo ponga alegría.


Haz que yo no busque tanto 
ser consolado como consolar, 
ser comprendido como comprender; 
ser amado como amar. 
Porque dando es como se recibe, 
olvidándose de sí mismo 
es como uno se encuentra a sí mismo. 
Perdonando 
es como se obtiene perdón. 
Muriendo 
es como se resucita para la vida eterna. 



 

j.v.c.