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Semana Santa 2024

Séptimo Domingo de Pascua

Domingo de Pentecostés

 

 

Domingo 23 de mayo

 

 

El Espíritu está presente en los comienzos de la actividad misionera de la Iglesia y comunica sus frutos destruyendo las obras de la carne para que demos de Cristo. El Espíritu es el alma de la Iglesia y del cristiano.

 

ORACION COLECTA.

Oh Dios, que por tu misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Hch 2:1-11

La comunidad de los discípulos recibe el don del Espíritu Santo que les ayuda a superar todas sus diferencias. Cada domingo nuestra comunidad se reúne para agradecer y renovar esta misma gracia del Espíritu.


SALMO RESPONSORIAL

R/ ENVIA TU ESPIRITU, SEÑOR, Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA. ALELUYA.

¡Bendice al Señor, alma mía!
¡Eres muy grande, oh Señor, mi Dios,
¡Señor, qué numerosas son tus obras!
Todas las has hecho con sabiduría. R/

Si escondes tu cara, quedan anonadados,
Recoges su espíritu, expiran
Y retornan a su polvo.
Si envías tu espíritu, son creados
Y así renuevas la faz de la tierra. R/

¡Que la gloria del Señor dure por siempre
Y en sus obras el Señor se regocije!.
Ojalá que le agrade mi poema,
Yo, como sea, me alegro en el Señor. R/


SEGUNDA LECTURA: Ga 5:16-25

El Espíritu Santo es la única voz en la que siempre podemos confiar; es la voz de nuestro Padre que siempre desea lo mejor para nosotros; es la voz del Buen Pastor que siempre nos conduce por el camino recto.


EVANGELIO SEGUN SAN JUAN: Jn 15:26-27; 16: 12-15

El apóstol no trabaja solo; el Espíritu lo guía y lo acompaña para que dé testimonio eficaz de Cristo.

 

SECUENCIA


Ven, Espíritu divino:
Manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
Don, en tus dones espléndido;
Luz que penetra las almas;
Fuente del mayor consuelo

Ven, dulce huésped del alma,
Descanso de nuestro esfuerzo,
Tregua en el duro trabajo,
Brisa en las horas de fuego,
Gozo que enjuga las lágrimas
Y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
Divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
Si tú le faltas por dentro;
Mira el poder del pecado
Cuando no envías tu aliento.


Riega la tierra en sequía;
Sana el corazón enfermo:
Lava las manchas; infunde
Calor de vida en el hielo;
Doma el espíritu indómito;
Guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
Según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y gracia
Sale al esfuerzo su mérito;
Salva al que busca salvarse
Y danos tu gozo eterno.


 

 

 

 

 

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