El Santísimo Cuerpo Y Sangre De Cristo

 

Domingo 6 De Junio De 2021

 

La Eucaristía, nueva y eterna Alianza. En el monte Sinaí Dios selló en la sangre su Alianza con el pueblo. La sangre de las víctimas es signo y figura de la nueva Alianza realizada en la sangre derramada por Cristo. La nueva Alianza es la única que purifica y hace posible un culto verdadero.

 

ORACION COLECTA

Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA: Ex 24:3-8

La primera lectura nos habla del pacto hecho entre Dios y el pueblo de Israel después de la liberación de Egipto. Esta lectura es también una invitación a recordar todas las veces que nosotros mismos le hemos prometido a Dios vivir como hijos suyos y cumplir fielmente sus mandamientos.


SALMO RESPONSORIAL

R/ ALZARÉ LA COPA DE LA SALVACIÓN, INVOCANDO TU NOMBRE.


¿ Cómo le devolveré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa por una salvación
e invocaré el nombre del Señor. R/

Tiene un precio a los ojos del Señor
la muerte de sus fieles:
“¡Mira, Señor, que soy tu servidor,
tú has roto mis cadenas!” R/

Te ofreceré el sacrificio de acción de gracias
e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis promesas al Señor
en presencia de todo el pueblo. R/


SEGUNDA LECTURA: Hb 9, 11-15.

San Pablo nos recuerda que el precio de nuestra salvación ha sido la vida de Jesús, nos exhorta a vivir como hijos suyos y a no permitir que el sacrificio del Señor haya sido en vano.


ALELUYA: Jn 6:51

Yo soy el pan vivo bajado del cielo----dice el Señor----; quien coma de este pan vivirá para siempre. Aleluya.


EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: Mc 14: 12-16, 22-26

Meditemos con reverencia el relato de la instauración de la Eucaristía y pidamos al Señor la gracia de ser agradecidos y fieles discípulos suyos.

 

 


La Eucaristía Comunión Con Cristo

 

La Eucaristía pone de manifiesto hasta qué punto nuestro Dios es “Emmanuel” (Dios con nosotros), un Dios que quiere vivir en comunión con sus hijos, sus hermanos, los que son su morada.

 

“¡Te comería a besos!” dice la madre mientras estrecha en sus brazos a su hijo. Eso es real para nosotros con respecto a Cristo. Comer el cuerpo de Cristo es incorporarse, fusionarse, entrar con él en comunión de amor y de destino. Jesús pone en juego su poder divino: lograr lo que no puede hacer el hombre para entrar en comunión estrecha con un ser querido. Se deja comer por aquellos que “somos miembros de su cuerpo”(Ef. 5,31). Y se deja comer no para que le transformemos a él en nosotros, como hacemos con los alimentos materiales, sino para transformarnos él, para darnos transfusiones de su vida. “El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él”.

Estamos inmersos en el misterio incomprensible, pero real, que sólo es posible aceptar desde la fe. No se trata de entrar sólo en contacto con su cuerpo glorioso como
Entraron en contacto los que le tocaban inútilmente al mismo tiempo que la hemorroísa; sólo ella le “tocó” con fe; se trata de entrar en comunión con su espíritu al comer su cuerpo. “Quien me come vivirá gracias a mí” (Jn 6,57). Al entrar en comunión con nosotros y dársenos como alimento, nos da también los dones del Espíritu, para que crezcan en nosotros sus sentimientos, sus actitudes, su espiritualidad (Flp 2,5).
A través de Cristo-alimento, entramos en comunión con la familia divina: “Que sean todos uno, como tú Padre, estás conmigo y yo contigo: que también ellos estén con nosotros…yo unido con ellos y tú conmigo, para que queden realizados en la unidad” (Jn 17, 20-23).
Ésta es la locura de un Dios enamorado del hombre.

(Tomado de las meditaciones Jesús habla hoy).