Segundo Domingo Del Tiempo Ordinario (B)

 

17 de Enero de 2021

CITAS BIBLICAS PARA LA LITURGIA

Fueron...vinieron..., y se hicieron testigos... con el encuentro con el Señor. Samuel, en el silencio de la noche se encuentra con Dios que le llama. Los primeros discípulos se encuentran con Cristo que les abre a una nueva experiencia. El bautismo abre para el cristiano un nuevo modo de vida.

 

ORACION

Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo, y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA: 1Sam 3:3-10,19

La primera lectura nos habla de la vocación se Samuel. Es una invitación a pensar en la cantidad de veces que el señor nos ha llamado también a nosotros; una invitación a darnos cuenta y a responder generosamente al señor que nos llama a ser sus discípulos.

 

SALMO RESPONSORIAL:Sal 40:2y4,6,10

R/ AQUÍ ESTOY, SEÑOR,PARA HACER TU VOLUNTAD.

 

  1. Esperé en el Señor con gran confianza;
    él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
    El me puso en la boca un canto nuevo,
    un himno a nuestro Dios. R/
     
  2. Sacrificios y ofrendas no quisiste,
    abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
    No exigiste holocaustos por la culpa,
    así que dije: “Aquí estoy”.R/
     
  3. En tus libros se me ordena hacer tu voluntad;
    esto es Señor, lo que deseo
    tu ley en medio de mi corazón. R/
     
  4. He anunciado tu justicia
    en la gran asamblea;
    no he cerrado mis labios:
    tú lo sabes, Señor. R/

 

SEGUNDA LECTURA: 1Co 6:13-15,17-20

El cristiano, por el bautismo, se convierte en templo vivo de Dios. Lo que mancha todo templo es el uso indebido de lo que Dios ha creado como bueno y saludable.

 

ACLAMACIÓN DEL EVANGELIO: Jn 1:41,17

Aleluya, aleluya.

Hemos encontrado al Mesías(que significa Cristo). La gracia y la verdad vinieron por medio de El.

Aleluya.

 

EVANGELIO SEGUN SAN JUAN: Jn 1:35-42

A la pregunta de los discípulos que buscan, viene la respuesta de Jesús: Venid y veréis. El Señor siempre espera la iniciativa de los hombres, sus deseos de conocerlo mas y de ser mejores personas, para darse a conocer y dar a conocer un nuevo modo de vida.

 

Tema: “La Búqueda De Jesús”

 

El evangelio de este domingo nos presenta los cinco rasgos de la vocación cristiana, que es una “búsqueda de Jesús”.

El primer rasgo es una respuesta personal a un llamamiento de Jesús. Esa llamada a entrar en relación con El puede hacerla directamente, como hizo Dios con Samuel, según la primera lectura de hoy, o por medio de otros, como hizo Jesús con Andrés y Juan a través del Bautista, cuando dijo: “Éste es el cordero de Dios”. El símbolo del “cordero” es sagrado en la tradición del pueblo de Dios desde que salió de Egipto, comiendo el “cordero” en la vigilia antes de la salida, tal como Dios comunicó a Moisés. Ese “cordero” también ha llegado a ser sagrado en el Nuevo Testamento, especialmente en el Apocalipsis, y en la tradición cristiana, el cordero pascual, relacionado con el “siervo sufriente” anunciado por el profeta Isaías, es imagen de Jesús camino de la cruz. Ante la invitación a ser cristianos, sólo cabe responder como el profeta: “Aquí estoy, Señor, porque me has llamado”, “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.

El segundo rasgo es un continuo preguntar a Jesús: “¿Dónde vives?”. El cristiano es un buscador incansable de Cristo, de la sublime personalidad de Jesús, aunque se dedique toda la vida a su conocimiento. Pero, ¿somos hoy buscadores de Cristo como los primeros discípulos?

El tercer rasgo es convertirse en compañero permanente de Jesús. Andrés y Juan, una vez descubrieron a Cristo, “fueron y se quedaron con él aquel día”. Esta es la vocación del cristiano: esta siempre en compañía de Jesús, así en lo bueno como en lo malo.

El cuarto rasgo de la vocación cristiana consiste en seguir los pasos de Cristo. “Los dos discípulos siguieron a Jesús”, afirma el evangelio. Y lo hicieron por donde quiera que fuese. A nosotros nos toca seguir a Jesús en las coordenadas de nuestro tiempo y lugar, imitando el estilo de vida del Jesús que “pasó por la tierra haciendo bien”.

El quinto rasgo del cristiano no es sólo ser un atento buscador ni un compañero seguidor de Jesús, sino es saber ser “comunicativo”. Cuando Andrés descubrió a Cristo, no se contentó con el hallazgo para su disfrute personal. “Fue al encuentro de su hermano y lo llevó a Jesús”. Es la dimensión apostólica de la fe cristiana, que no es exclusiva de los consagrados, sino de todos los fieles. ¿Es justo tener a Cristo y no comunicarlo a los demás?

En resumidas cuentas, nuestra fe cristiana debe partir de una experiencia personal de ese Jesús que nos ha manifestado – porque Jesús es la verdadera Epifanía de Dios – a ese Dios a quien nadie ha visto jamás y ha sido el Hijo quien nos lo ha dado a conocer. Le pedimos que nos hable al corazón, porque queremos escucharle.

Vayamos a la Eucaristía y él nos dirá: “Esto es mi cuerpo”. Vayamos a la Iglesia, templo y comunidad, y él nos dirá: “Donde hay varios en mi nombre, allí estoy yo con ellos”.

San Agustín (354-430) en uno de sus Sermones sobre el Evangelio de san Juan dijo:

Se quedaron con él aquel día

Juan estaba allí con dos de sus discípulos. Juan el Bautista era tan amigo del Esposo que no buscaba su propia gloria; simplemente daba testimonio de la verdad. ¿Acaso quiere retener a sus discípulos y privarlos de que sigan al Señor? De ninguna manera. Él mismo les muestra al que han de seguir y les dice: “¿Por qué queréis seguir a mi lado? Yo no soy el Cordero de Dios. Éste es el Cordero de Dios. Éste es el que quita el pecado del mundo”.

Escuchado estas palabras, los dos discípulos que estaban con Juan siguieron a Jesús y al preguntarle: Rabí, ¿dónde vives? Y lo siguieron de manera definitiva cuando los llamó para que dejaran sus barcas diciéndoles: Seguidme y os haré pescadores de hombres. A partir de ese momento le siguieron y ya no lo dejaron nunca más. De momento querían ver dónde vivía Jesús: él les enseñó dónde, fueron y se quedaron con él. ¡Qué día más dichoso! ¡Qué noche más feliz! ¡Quién pudiera saber lo que oyeron de la boca del Señor! También nosotros podemos construir una mansión en nuestro corazón: construyamos una casa en la que Cristo pueda venir a enseñarnos y conversar con nosotros.

Termino con un soneto del madrileño Juan José Domenchina (1898-1959) titulada:

 

“Te Busco Desde Siempre”

 

Te busco desde siempre. No te he visto
nunca. ¿Voy tras tus huellas? Las rastreo
con ansia, con angustia, y no las veo.
Sé que no sé buscarte, y no desisto.

¿Qué me induce a seguirte? ¿Por qué insisto
en descubrir tu rastro? Mi deseo
no sé si es fe. No sé. No sé si creo.
en algo, ¿en qué? No sé si existo.

Pero, Señor de mis andanzas, Cristo
de mis tinieblas, oye mi jadeo.
No sufro ya la vida, ni resisto
la noche. Y si amanece, y yo no veo
el alba, no podré decirte: “He visto
tu luz, tus pasos en la tierra, y creo.

 

j.v.c.