La Sagrada Familia (B)

 

27 de Diciembre de 2020

CITAS BIBLICAS PARA LA LITURGIA

En el clima familiar de Navidad, se nos presenta la familia modelo.

 

Familia patriarcal en la figura de Abrahán; familia de Nazaret, Jesus, María y José; familia cristiana basada en el ejemplo de Abrahán.

 

ORACION

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA: Gén 15:1-6,21:1-3

Abrahám es nuestro padre en la fe, su historia es la historia de todos aquellos que confiaron en Dios a lo largo de la historia. Tener fe significa arriesgarnos a poner nuestra vida en las manos de Dios y vivir según su voluntad. A nuestra fe en El, Dios responde colmándonos de bienes tan numerosos como las estrellas del cielo.

 

SALMO RESPONSORIAL:Sal 105:1-2,3-5,6-8,10

R/ El Señor es nuestro Dios, se acuerda de su alianza eternamente.

 

  1. Den gracias al Señor, invoquen su nombre,
    publiquen entre los pueblos sus proezas,
    cántenle, toquen en su honor,
    proclamen sus maravillas. R/
     
  2. Gloríense de su nombre santo,
    que se alegren los que buscan al Señor.
    recuran al Señor y a su poder,
    busquen su rostro sin descanso.R/
     
  3. Recuerden las maravillas que hizo,
    sus portentos y sus justas decisiones.
    Descendencia de Abrahán, su siervo,
    hijos de Jacob, su elegido. R/
     
  4. El se acuerda de su alianza eternamente,
    de la palabra que ha dado, por mil generaciones;
    del pacto concluido con Abrhán,
    del juramento que hizo a Isaac. R/

 

SEGUNDA LECTURA: Hb 11:8,11-12,17-19

San Pablo nos recuerda también la historia de Abraham y las numerosas ocasiones en que tuvo que poner su confianza en Dios. Un pequeño acto de fe es capaz de abrirnos la puerta al amor de Dios que nunca se deja ganar en generosidad.

 

ACLAMACION DEL EVANGELIO: Hb 1:12

Aleluya, aleluya.

En distintas ocasiones habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. Aleluya.

 

EVANGELIO SEGUN SAN LUCAS: Lc 2:22-40

El evangelio nos trae el relato de la presentación de Jesús en el Templo. Maria, José, Simeón, Ana: cada uno de ellos es una invitación a creer en Dios, a no cansarnos de esperar, a saber que Dios nunca defrauda a los que ponen su esperanza en El.

 

Tema: “Unión Hipostática Con La Sma. Trinidad”

 

Acabo de leer un magnífico libro del célebre teólogo Leonardo Boff titulado “San José” en el que presenta la tesis de que la Sda. Familia de Nazaret no sólo representa sino que es “la unión hipostática con la Sma. Trinidad de Dios”. Quiero exponer brevemente sus argumentos:

En primer lugar ¿qué quiere decir “unión hipostática”?

“Hipóstasis” en griego significa “persona”. Pues bien, Dios Padre se personifica en José, el Verbo (Hijo de Dios) en Jesús, y el Espíritu Santo en María. San Juan Pablo II en su “Redemptoris custos” lo reconoce con estas palabras: “Juntamente con la asunción de la humanidad, en Cristo, fue “asumido” también todo aquello que es humano, y en particular la familia, primera dimensión de su existencia en la tierra. En este contexto fue “asumida” también la paternidad humana de José” (n.21). Más tarde el franciscano Juan de Cartagena, que escribió alrededor de 1613, lo explicita de forma precisa e imperativa: “María y José fueron elevados al servicio del Verbo Encarnado: María para darle la substancia de su carne; José, para sustentarla. En otras palabras, no hay encarnación real y verdadera sin la vinculación con María y José. Esta pertenencia al orden hipostático no es metafórica ni moral. Es real, concreta y verdadera. San José es la sombra del Padre divino. Y para entender qué significa “sombra del Padre” acudimos a cuatro conceptos: “morar”, “tienda”, “nube” y “sombra”. Los hebreos para expresar la idea de “morar” usaban la expresión plantar la tienda. Las nubes forman la tienda de Yahvé. ¿Por qué las nubes? Porque hacen sombra y ésta es la teología del Éxodo (cf. 40, 36-38). Simboliza la presencia maternal y protectora de Dios, presencia que se revela escondiendo y que esconde revelándose.

Tenemos entonces el siguiente encadenamiento de conceptos: al armar la tienda entre nosotros, como el Espíritu Santo lo hace en María (Lc.1,35) o el Verbo en Jesús (Jn.1,14), esas personas divinas comienzan a morar en nuestro medio. Y San José es la personificación del Padre, es Dios Padre humanado, incorporado. San José como “sombra del Padre” no lo es en un sentido figurado, sino real y ontológico. Dios no es la soledad de uno, sino la comunión de los tres. Es la relación que entrelaza y une a las Personas, haciendo que sean una única Trinidad y no tres dioses. Ellas son diferentes para poder estar eternamente juntas y unirse en un solo Dios-vida-relación-comunión-amor. La Familia divina, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se auto-reveló y se autocomunicó a la familia humana de Jesús, María y José. San Agustín en su tratado De Trinitate (VI, 10.12) lo expresa así: “cada una de las Personas divinas está en cada una de las otras, y todas en cada una, y cada una en todas, y todas estén en todas, y todas sean solamente uno”. Y les une el amor.

En conclusión, la familia divina se personifica en la familia humana. La humilde familia de Nazaret, la de José, María y Jesús, fue asumida por la familia divina y pasó a pertenecer a ella. Este acontecimiento de infinita dulzura divina y humana tuvo lugar hace más de dos mil años, en un rincón escondido, en una familia que vivía del trabajo en condiciones sencillas y pobres, pero llena de piedad y unción, en la familia de Jesús, María y José. A los ojos de los vecinos, constituyen una familia normal, integrada en la parentela (Lc.1,39-80). A los ojos de la Trinidad, se realizaba la entrada discreta y silenciosa de la Familia divina para plantar su tienda en la familia humana, con el fin de que todas las familias participen de su comunión y de su vida eterna. Es la misma comunidad del Padre en el Hijo y por el Espíritu que adquiere cuerpo y se hace historia en la comunidad de José, de María y de Jesús. Esto es una realidad dinámica y tensa.

Dios Padre encontró en José de Nazaret, en el artesano carpintero, en el esposo y en el padre de Jesús, a la persona connatural a Él, y en ella decidió personificarse, lo mismo que el Espíritu Santo lo hizo en María, y el Verbo en Jesús. ¿Tenían estos tres conciencia de tal personificación? N lo sabemos, pero podemos intuir que trabajaba en su inconsciente y crecía cada día más.

La Sagrada Familia es el modelo para la familia moderna. Ellos vivían en un ambiente de una cultura agraria. Nosotros vivimos la cultura tecnocientífica, llena de aparatos que crean un mundo de segunda mano. Habitamos en estrellas diferentes. Pero tanto allí como aquí tenemos que ver con personas humanas que aman, se angustian, que tienen dudas y buscan sentido, que trabajan y que cuidan. Todas estas personas tienen valores y propósitos de felicidad y de paz. San Juan Pablo II vuelve a decirnos: “La familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas: los cónyuges, los padres y los hijos, los parientes” (Familiaris consortio, 18). La comunión caracteriza a la familia: “La ley del amor conyugal es comunión y participación, no dominación” (ib.). Valores, en suma, que hacen de la familia, como bien lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica, la Sagrada Familia es “símbolo e imagen de la comunidad del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo”, la iglesia doméstica” (Cat. De la Igl. Cat. 2205). Ya San Pablo VI en un sermón sobre la Sagrada Familia dijo: “ella nos enseña a orar juntos, a trabajar juntos, a gozar y sufrir juntos; es una pequeña iglesia”. Nos enseña la espiritualidad de lo cotidiano. Debido a la unión de las naturalezas en la misma Persona, las propiedades del hombre pasan a ser propiedades de Dios. Por esta misma razón podemos decir que Dios nació, que Dios se irritó, que Dios lloró y que Dios murió. Vale también decir que el hombre es infinito y el hombre es eterno. Toda personificación significa también, desde el punto de vista del Padre, una kénosis, es decir, un abajamiento, una renuncia a los atributos divinos y una inmersión en el ambiguo mundo de los humanos. El Padre y el Espíritu Santo invisibles se hacen también invisibles en José y María. El Padre y el Espíritu del silencio eterno se hacen silencio temporal en la vida de José y María.

Hoy día, cuando la familia se desintegra de tal forma que ha surgido una sociedad de familias rotas y de divorciados, (por ejemplo, en la sociedad estadounidense, las consecuencias ofrecían en el año 2003 un cuadro lamentable: el 90% de los hijos que se habían marchado de casa o que vivían sin residencia fija eran hijos de familias sin padre; el 70% de la criminalidad juvenil provenía de familias de las que el padre estaba ausente; el 85% de los jóvenes en prisión crecieron en familias sin padre; el 63% de los jóvenes suicidas tenían a sus padres ausentes), en ese ambiente, la inmensa mayoría de los fieles viven en el anonimato, sepultados en su oscura cotidianidad, ganándose la vida con mucho trabajo, sosteniendo a sus familias como pueden y alegrándose o sufriendo, al final de la semana, por las victorias o derrotas de su equipo preferido...Son personas fundamentalmente honradas, solidarias y religiosas. Su religiosidad es popular, más orientada por el sentimiento de Dios que por el pensamiento sobre Dios. Para la gran mayoría, Dios y su presencia en las diversas circunstancias de la vida constituyen evidencias existenciales. Dios es una luz para sus problemas.

San Pablo en su preciosa carta a los Colosenses (2da. lectura de hoy) exhorta a los miembros de las familias cristianas: “Sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión”. He aquí un catálogo maravilloso para la convivencia bajo un mismo techo, que tiene como denominador común el altruismo, que mira por el bien de los otros. Este es el esquema familiar en que se movió siempre la Familia santa de Nazaret: la forma de servirse y hacerse felices mutuamente. ¿Puede decirse algo más, como fórmula para componer una familia ideal? El apóstol pone el broche de oro, al decirnos: “Y por encima de esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada”. Hay que amar en la salud y en el dolor, en las alegrías y en las penas, en la plenitud y en la decadencia.

Termino con un soneto del poeta nacido en Ceuta que luego vivió en Madrid: Luis López Anglada (1919-2007) que canta:

 

Fiesta de familia

Han venido los hijos. Con la fiesta
se alegra la familia y se engalana
el salón. Luce el sol en la ventana
y está en el comedor la mesa puesta.
Los hijos son mayores y nos cuesta
ver que ya no son niños. La lejana
nostalgia de otro tiempo nos hermana
y hay preguntas que quedan sin respuesta.
¿Quiénes nos separaron? Están fijos
los recuerdos de ayer, pero los hijos
han venido a la fiesta alegremente.
Uno que vive lejos, en Europa,
no ha venido. Y alzando nuestra copa
brindamos todos por el hijo ausente.

 

j.v.c.