Vigésimo Tercer Domingo Del Tiempo Ordinario

 

6 de Septiembre de 2020

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

La presencia del mal es un problema al que nos enfrentamos cada día. Por encima de derechos deberes hay un precepto que incluye a todos: el amor, que no excluye que se denuncie el mal, personal y colectivo. Pero esa denuncia tiene un fin, el recuperar al hermano y hacer que no haga daño a la colectividad.

 

ORACION

Oh Dios, que nos has convocado para que, viviendo como hermanos y hermanas, formemos un solo pueblo, hoy, reunidos en el nombre de Cristo, te pedimos aumentes nuestro mutuo enriquecimiento y el poder proseguir juntos el mismo caminar. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen

 

PRIMERA LECTURA: Ez 33:7-9

La misión del profeta implica una gran responsabilidad. Debe predicar no su propio mensaje sino el mensaje que Dios quiere que transmita, por más que se trate de palabras duras y difíciles de aceptar por la gente.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 95:1-2, 5-6, 7-8

R/ ¡OJALÁ ESCUCHEN HOY SU VOZ! “NO ENDUREZACAN SU CORAZÓN.”
MUESTRANOS, SEÑOR, TU MISERICORDIA.

 

  1. Vengan, cantemos alegres al Señor,
    Aclamemos a la Roca que nos salva;
    Partamos a su encuentro dando gracias;
    Aclamémosle con cánticos. /R
     
  2. ¡Entremos, agachémonos, postrémonos;
    de rodillas ante el Señor que nos creó!
    Pues él es nuestro Dios
    Y nosotros el pueblo que él pastorea,
    El rebaño bajo su mano. /R
     
  3. “No endurezcan sus corazones como en Meribá,
    Como el día de Masá en el desierto,
    Allí me desafiaron sus padres
    Y me tentaron, aunque veían mis obras.” /R

 

 

SEGUNDA LECTURA: Rm 13:8-10

Ser cristiano es recordar que todo lo que hacemos lo hacemos para ayudar a los demás. Nuestra oración, nuestro trabajo, nuestras palabras, carecen de valor cuando dejar de ser un medio para amar a los demás.

 

ACLAMACION DEL EVANGELIO 2 Co 5:19

Aleluya, aleluya. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación. Aleluya

 

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Mt 18:15-20

Mateo se dirige a una comunidad en la que existen diversos grupos y hay problemas de convivencia. El evangelio nos recuerda que no se arregla nada con lamentarse, hay que trabajar por la unidad e imitar a Cristo que busca siempre la salvación y el bien de todos.


TEMA: “Donde Dos O Tres Están Reunidos En Mi Nombre, Allí Estoy Yo”

 

Cuando el “ir a misa” los domingos está más en crisis, Jesús nos sigue proponiendo “reunirnos en su nombre”. Es cierto que para muchos cristianos la Eucaristía se hace insufrible, no le encuentran sentido, ni les toca para nada su vida. Poco menos que es un acto rutinario, al que vamos por costumbre o por miedo, que es conducido por un sacerdote desde una distancia física y humana considerables. Así se va perdiendo esta práctica, ante la pasividad de unos y otros, por eso ¿no habrá llegado el momento de purificarla?, ¿no habrá otras formas de reunión en el nombre del Señor?

Con el Señor no nos reunimos ni por costumbre, ni por disciplina a un precepto. Es una reunión en la que o sentimos el atractivo de Jesús o se va desfigurando y vaciando de vida; o sentimos que nos anima su Espíritu y Él es la razón y el motivo del encuentro o nuestras reuniones nos llevarán a la indiferencia y motivos extra evangélicos, saliendo de ellas helados y sin calor para vivir. El número tiene que dejar de ser importante (“dos o tres” valen), para que sea más importante el alimento evangélico que recibimos para vivir como verdaderos seguidores. Además, escuchamos el evangelio en comunidad, recordando y celebrando, escuchando y conmemorando la vida de Jesús que actualizamos en nosotros. Esta especie de arte es lo que nos hace más discípulos y mejores seguidores de Jesús.

Asistir a la iglesia a encontrarnos con la comunidad de Jesús: escuchar su mensaje, recordarle, entender mejor su espíritu, alimentar y repensar constantemente nuestra fe da sentido a cualquier reunión, independientemente de la distancia que podemos ver en la práctica y vitalidad en relación con Jesús. No nos quedamos en lo que nos hace sufrir o nos falta, de brazos caídos, sino en las posibilidades creativas que nos da el encuentro verdadero con Jesús.

De hecho, es el encuentro con el evangelio en comunidad, sin poner coto a sus múltiples formas y no focalizándolo solo en los sacramentos, lo que nos ayuda a entender que no basta, ni es lo primero, aceptar una serie de doctrinas y unas prácticas religiosas. Es la adhesión, en comunidad a Jesús encontrándole cercano y compasivo donde podemos actualizar y recrear la verdadera iglesia. Esta es la iglesia reunida en su nombre.

Como cristianos y oyentes de la Palabra, este domingo nos preguntarnos por nuestras “reuniones” en el nombre de Jesús. La comunidad de Jesús será lo que seamos nosotros. Si tenemos capacidad de repensar nuestra vida a la luz del evangelio y creernos que juntos podemos ser mejores estamos haciendo camino como seguidores de Jesús. Preguntémonos: si trasmitimos resultados evangélicos ante los indiferentes, descreídos o aquellos que han abandonado la comunidad de Jesús; si nuestra madurez de acogida, corrección fraterna y acompañamiento de los débiles y necesitados es real  de cara a construir la comunidad; si el miedo nos paraliza y sigue atando al pasado y sus pesadas cargas, renunciando a la creatividad y frescura del evangelio; si la alegría y la esperanza anidan en nosotros, aunque seamos minoría, creyéndonos sal y levadura capaz de fermentar la masa social.