Vigésimo Segundo Domingo Del Tiempo Ordinario

 

30 de agosto de 2020

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

La lógica del hombre y la lógica de Dios, este es el tema de la liturgia de hoy. Jeremías y Pedro personalizan la lógica humana; la lógica se centra en Jesús y su mensaje. El profeta se lamenta con Dios de los resultados de su misión. Pedro rehúsa aceptar a un Jesús crucificado. Frente a ellos la lógica de Dios de no ajustarse a este mundo.

 

ORACION

Oh Dios, padre nuestro, que por medio de tu Hijo, Jesús, nos muestras el camino del que sigue tu voluntad, haz que los aquí reunidos encontremos esperanza en sus palabras y alegría caminando en la vida junto con él. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen

 

PRIMERA LECTURA: Jer 20:7-9

La primera lectura expresa la tensión que siente Jeremías entre sus deseos personales y la misión que Dios le ha encomendado. Quisiera abandonar, pero siente que la palabra que Dios le ha dirigido es como un fuego imposible de apagar que lo impulsa a seguir adelante.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 63:2, 6-4, 5-6

R/ MI ALMA ESTÁ SEDIENTEA DE TI, SEÑOR, DIOS MIO

 

  1. Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
    
mi alma está sedienta de ti; 

    mi carne tiene ansia de ti, 

    como tierra reseca, agostada, sin agua. /R
     
  2. ¡Cómo te contemplaba en el santuario 
viendo tu fuerza y tu gloria!
    Tu gracia vale más que la vida,
    te alabarán mis labios. /R
     
  3. Toda mi vida te bendeciré 
y alzaré las manos invocándote.
    Me saciaré como de enjundia y de manteca,
    y mis labios te alabarán jubilosos /R
     
  4. Porque fuiste mi auxilio, 

    y a la sombra de tus alas canto con júbilo; 

    mi alma está unida a ti, 
y tu diestra me sostiene. /R

 

SEGUNDA LECTURA: Rm 11:33-36

El culto agradable que dios quiere, es el sacrificio de uno mismo. Dios nos pide que nos separemos del modo de pensar de este mundo y vivamos siempre buscando lo que agrada a Dios.

 

ACLAMACION DEL EVANGELIO Ef 1:17-18

Aleluya, aleluya. Tel Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para conocer cuál es la esperanza a la que nos llama. Aleluya

 

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Mt 16:21-27

Llegar a ser discípulo de Jesús requiere tiempo. Hay que ir cambiando el corazón de a poco y aprender a ver la vida con la misma mirada con que la mira Jesús. Pero es un buen ejemplo. A pesar de sus deseos de seguir a Jesús seguía juzgando las situaciones de la vida con los valores de este mundo.

 

 

TEMA: “En proceso permanente de conversión”

 

El comienzo del relato evangélico de hoy remite curiosamente a la misma frase utilizada por el evangelista al presentar el inicio de la predicación de Jesús en Cafarnaúm, poco antes de la elección de los discípulos para acompañarle en su misión: “Desde entonces comenzó Jesús…” (4,17). Eran muchos los días y las noches compartidas con él desde “aquel entonces”, cuando Jesús presentaba novedosamente su programa de vida: “Convertíos, porque ha llegado el Reino de los cielos”. ¿No fueron ellos los primeros en acogerlo? ¿Habían comprendido realmente lo que Jesús quería y esperaba de ellos?

Ahora retoma san Mateo el recuerdo de aquella primera llamada: “desde entonces comenzó Jesús” para manifestarles la nueva situación, cómo habían tramado las autoridades civiles y religiosas de Jerusalén para acabar con su vida. Obediente a la voluntad del Padre, en quien confiaba plenamente como valedor de su proyecto de vida, afrontaba Jesús de forma decidida y responsable su papel en el plan salvífico de Dios. ¿No era también el momento oportuno para presentar claramente a sus seguidores más fieles cuáles eran las condiciones para seguirle hasta el final? “Si alguien quiere venir en pos de mí…”.  En lugar de ser piedra de escándalo, estaban llamados a asumir con entereza el “escándalo de la cruz” (1 Cor 1,23). No había sido otra la razón de su elección como testigos del Reino que ya estaba operando en su persona.

Comenzaba así para ellos una etapa nueva y decisiva en su aprendizaje discipular. ¿Cómo resonaban ahora en sus oídos aquellas palabras? ¿No defraudaban todas sus expectativas? ¿No echaban por tierra el entusiasmo e ilusión con que se habían acogido a su persona? ¿Seguían dispuestos a acompañarle? Después de todo, no era otro el camino de la fe seguido por muchos de sus antepasados. El pequeño fragmento de las así llamadas “Confesiones” del profeta Jeremías constituye en este sentido una pequeña muestra de esa alargada nube de testigos. ¿Cuál es el trasfondo vital que trasluce su predicación? Jeremías hubo de violentar su temperamento natural para ser fiel a su ministerio; se quejaba por ello amargamente de tener que predicar lo que no le gustaba: “destruir para edificar” (1,10), anunciar la inesperada deportación de su pueblo al destierro, ser el “hazmerreír” de todos… Y, sin embargo, no lograba apagar en sus entrañas el fuego ardiente de la Palabra de Dios. Esa fue la verdadera y permanente conversión que le pedía su misión profética.

El camino de Jesús, como el del profeta, es el que espera también a sus discípulos. De ahí el paciente y sinuoso camino de aprendizaje que hubo de compartir con ellos para ir discerniendo y valorando sus motivaciones y actitudes más personales. Eran vulnerables y les aguardaban duras pruebas, momentos delicados de desorientación y de crisis. Iban a necesitar de apoyo, pero también de su implicación y fortaleza de ánimo para no desdecirse de su vocación apostólica.

La dinámica de la fe, si quiere madurar, requiere un largo recorrido de sincera introspección y lúcido discernimiento. No basta con dejar pasar el tiempo, ha de ir acompañada de reflexión e interiorización personal. Es Pablo, el gran Apóstol, quien nos deja en la segunda lectura las pautas a seguir: “no os acomodéis a los criterios del mundo presente; distinguid más bien cuál es la voluntad de Dios: lo justo, lo agradable, lo perfecto”.

Volviendo a nuestra vida: ¿tiempos de crisis, acentuada por la pandemia?; ¿tiempos propicios para aprender a discernir y redimensionar los auténticos valores del Reino de Dios?; ¿tiempo oportuno para tomarnos el pulso y dar un salto cualitativo en el aprendizaje de la fe?