Decimoséptimo Domingo Del Tiempo Ordinario

 

2 de agosto de 2020

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

Jesús es quien sacia el hambre de los que a él acuden a escucharle, y lo hace con los bienes materiales y espirituales que Dios pone a disposición de todos. Al que de verdad ha aceptado a Cristo como bien absoluto, nada ni nadie podrá apartarle de él. La Iglesia es como una realización concreta de las promesas del Reino de Dios.

 

ORACION

Oh Dios, que sacias con tu gracia a los que tienen hambre y sed, agradeciendo tu amor rebosante te pedimos sepamos escuchar y seguir tu palabra, para poder vivir la alegría de la verdadera vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen

 

PRIMERA LECTURA: Is 55:1-3

El profeta, en nombre de Dios, promete saciar gratuitamente el hambre de los hombres. Esta imagen es figura del banquete abundante y gratuito ofrecido pro Jesús a quienes acudan a oír su palabra.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 145:8-9, 15-16, 17-18

R/ ABRES TU MANO, SEÑOR, Y NOS SACIAS DE FAVORES

 

  1. El Señor es ternura y compasión,
    Paciente y lleno de amor.
    El Señor es bondad para con todos,
    Sus ternuras están en todas sus obras. /R
     
  2. Los ojos de todos, de ti esperan
    Que les des a su tiempo su alimento.
    Tú sólo abres tu mano, y satisfaces
    De lo que quiera a todo ser viviente. /R
     
  3. Justo es el Señor en todos sus caminos
    Y bondadoso en todas sus obras.
    Cerca está el Señor de lo que le invocan,
    De todos los que lo invocan de verdad. /R
     

SEGUNDA LECTURA: Rm 8:35, 37-39

Pablo ha conocido a Cristo y su entusiasmo es desbordante. También él ve y experimenta el mal y las desgracias, pero está seguro que nada ni nadie podrá separarle de Cristo.

 

ACLAMACION DEL EVANGELIO Mt 4:4

Aleluya, aleluya. No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Aleluya

 

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Mt 14:13-21

Los cristianos hemos recibido la hermosa y difícil misión de saciar el hambre que la gente tiene de Dios y de su salvación y es el mismo Dios quien nos ayuda a cumplir esta misión. Lo poco que poseemos, si se lo ofrecemos a Dios y lo usamos como El quiere, se puede transformar en instrumento para la salvación de mucha gente.

 

TEMA: MULTIPLICAR LOS CORAZONES COMPASIVOS

 

Este domingo nos presenta la en el evangelio la escena de la “multiplicación de los panes” que hace Jesús. Nos invita a comer y dar de comer a los demás. Es por eso que, titulo esta homilía: “multiplicar los corazones compasivos”. Porque Jesús quiere que demos de lo nuestro, que compartamos los bienes que nos han sido dados. Cuando Jesús dice: “dadles vosotros de comer”, quiere que seamos responsables, solidarios.

Cada cristiano es responsable, encargado del hambre del otro (hambre de pan, de amor, de amistad, de comprensión, de escucha, de justicia). El cristiano es alguien que tiene que ver con todo lo que le afecta a todos. Es siempre hora de acoger, de prestar atención, de ponerse a disposición.

Jesús intenta realizar el milagro de la multiplicación de los “responsables”, de los interesados en las desgracias y esperanzas, alegrías y lágrimas de los demás. Jesús, cuando dice a sus discípulos; “dadles vosotros de comer”, quiere que asimilemos el principio del “uno para todos, todos para uno”.

El Papa Benedicto XVI, en su exhortación Sacramentum caritatis, 79 nos dice:

Dadles vosotros de comer

“Toda celebración eucarística actualiza sacramentalmente el don que Jesús hizo de su propia vida en la cruz, por nosotros y por el mundo entero. Al mismo tiempo, en la Eucaristía Jesús hace de nosotros los testigos de la compasión de Dios por cada uno de nuestros hermanos y hermanas. Alrededor del misterio eucarístico nace el servicio de la caridad hacia el prójimo, el cual consiste precisamente en que yo amo también, en Dios y con Dios, a la persona que no aprecio y que incluso ni conozco. Esto solo se puede dar a partir del encuentro íntimo con Dios, encuentro que llega a ser comunión de voluntad hasta llegar a tocar el sentimiento. Es entonces cuando aprendo a mirar a esta otra persona no solo con mis ojos y mis sentimientos, sino según la mirada de Jesucristo. De esta manera, en las personas a las que me acerco, reconozco a hermanos y hermanas por quienes el Señor ha dado su vida amándolos hasta el extremo.

Reflexionando sobre la multiplicación de los panes y los peces, debemos reconocer que, aún hoy, Cristo continúa exhortando a sus discípulos a comprometerse personalmente: Dadles vosotros de comer. La vocación de cada uno de nosotros consiste realmente en ser, con Jesús, pan partido para la vida del mundo”.

Termino con el soneto del obispo catalán Pedro Casaldáliga (nacido en 1928, obispo en Brasil) titulado:

 

Mi cuerpo es comida
Mis manos, esas manos y tus manos
hacemos este gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en tu muerte y en tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida
ciudad de Dios, ciudad de los humanos,
comiéndote sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de tu memoria,
marchamos hacia el reino haciendo historia,
fraterna y subversiva eucaristía.

j.v.c.