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Semana Santa 2024

Septimo Domingo Del Tiempo Ordinario

23 de febrero de 2019

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

Jesús prosigue exponiendo el programa de vida cristiana para sus seguidores. Ser “santo” es ir tras el amor que Dios tiene para con el hombre. Amor que tiene sus exigencias pero que es una respuesta eficaz contra el mal. La santidad cristiana no es una ética abstracta. Sino una justa solidaridad con el mundo y con la historia.

 

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir, de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen

 

PRIMERA LECTURA: Lev 19:1-2, 17-18

Todos nosotros estamos llamados a ser santos. Ser santos significa mirar al mundo y a las demás personas con la misma mirada compasiva de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 103:3-4,8 y 13,11-12

R/ EL SEÑOR ES COMPASIVO Y MESERICORDIOSO.

  1. El perdona todas tus culpas 
y cura todas tus dolencias;

    rescata tu vida del sepulcro, 
te corona de amor y de ternura. /R
  2. El Señor es bondadoso y compasivo, 
lento para enojarse y de gran misericordia;

    no nos trata según nuestros pecados 
ni nos paga conforme a nuestras culpas. /R
  3. Cuanto dista el oriente del occidente, 
así aparta de nosotros nuestros pecados.
    
Como un padre cariñoso con sus hijos, 
así es cariñoso el Señor con sus fieles. /R

 

SEGUNDA LECTURA: 1 Co 3:16-23

Nosotros somos el templo de Dios. El culto que Dios quiere es nuestra vida vivida con amor y justicia. Todo lo que tenemos es para servir y amar a Dios.

 

ACLAMACION DEL EVANGELIO 1Jn 2:5

Aleluya, aleluya Quien guarda la Palabra de Cristo, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. Aleluya.

 

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Mt 5:38-48

Frente a la ley de venganza que proclama el mundo, el Señor proclama la ley del perdón. Sólo el perdón puede acabar con el mal y solucionar los problemas de la comunidad.


TEMA: ¿En qué consiste nuestra perfección?


En este séptimo domingo del tiempo ordinario, las lecturas bíblicas nos hablan de la voluntad de Dios de hacer partícipes a los hombres de su vida: «Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo», se lee en el libro del Levítico (19, 1). Con estas palabras, y los preceptos que se siguen de ellas, el Señor invitaba al pueblo que se había elegido a ser fiel a la alianza con él caminando por sus senderos, y fundaba la legislación social sobre el mandamiento «amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19, 18). Y si escuchamos a Jesús, en quien Dios asumió un cuerpo mortal para hacerse cercano a cada hombre y revelar su amor infinito por nosotros, encontramos esa misma llamada, ese mismo objetivo audaz. En efecto, dice el Señor: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5, 48). ¿Pero quién podría llegar a ser perfecto? Nuestra perfección es vivir como hijos de Dios cumpliendo concretamente su voluntad. San Cipriano escribía que «a la paternidad de Dios debe corresponder un comportamiento de hijos de Dios, para que Dios sea glorificado y alabado por la buena conducta del hombre»

¿Cómo podemos imitar a Jesús? Él dice: «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (Mt 5, 44-45). Quien acoge al Señor en su propia vida y lo ama con todo su corazón es capaz de un nuevo comienzo. Logra cumplir la voluntad de Dios: realizar una nueva forma de vida animada por el amor y destinada a la eternidad. El apóstol san Pablo añade: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?» (1 Co 3, 16). Si de verdad somos conscientes de esta realidad, y nuestra vida es profundamente plasmada por ella, entonces nuestro testimonio es claro, elocuente y eficaz. Un autor medieval escribió: «Cuando todo el ser del hombre se ha mezclado, por decirlo así, con el amor de Dios, entonces el esplendor de su alma se refleja también en el aspecto exterior» (Juan Clímaco), en la totalidad de su vida. « El amor quiere estar en lo más alto, y no ser detenido de ninguna cosa baja. Nace de Dios y sólo en Dios puede encontrar descanso»


 

Para la reflexión 

¿NOSOTROS PERDONAMOS? ¿Amamos a los enemigos, a los que nos hieren con sus palabras y sus acciones?
Para los cristianos perdonar es más que una palabra tomada de los libros de autoayuda, es una exigencia de Jesús. “Perdonad y seréis perdonados”, Lucas 6, 37.
Los seguidores de Jesús debemos perdonar como Dios nos perdona sin reservas, sin condiciones, totalmente. Nosotros tenemos el ejemplo de Jesús y el plus del evangelio.
Pero el ejercicio del perdón debiera ser universal.
¿Por qué y para qué llevar el peso del odio al hombro día tras día?
¿Por qué vivir atados a las personas que odiamos?
Perdonar de corazón, tal vez, no le haga mucho bien a la persona odiada, pero a mí me hace libre, me hace bien física y mentalmente y me da la paz al liberarme del fardo odioso que cargo a las espaldas.



 

 

 

 

 

 
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