Dialogo Con El Dios De La Misericordia

Toma conciencia de que estás vivo y que sigues teniendo la vida en tus manos para hacer con ella lo que quieras. Desde ese sentir el perdón pegúntate: ¿qué quiero hacer con mi vida?

 

Cae en la cuenta del desorden que hay en ti y en tu realidad concreta: el mal que has hecho a otros y a ti mismo, el bien que has dejado de hacer…


Siente cómo Dios, no ha dejado de amarte y por eso estás perdonado… Experimenta ese perdón, ese amor por ti… Perdónate tú a ti mismo… Perdona a los que han hecho mal… Perdona a lo que hacen mal.


Ten misericordia y compasión de todos y con todos… como Dios la ha tenido contigo. Habla de todo ello con Dios preguntándole sus “porqués” y dale las gracias, pídele perdón, alábalo…


Agradece, al final del día, la misericordia de Dios en tu vida y trata de ser consciente de cómo es tu respuesta


Yo, pecador

Señor, cuando me encierro en mí, no existe nada:
Ni tu cielo y tus montes, ni tus vientos y tus mares;
Ni tu sol, ni la lluvia de estrellas.
Ni existen los demás, ni existes Tú, Ni existo yo.
A fuerza de pensarme, me destruyo.
Y una oscura soledad me envuelve,
Y no veo nada y no oigo nada.
Cúrame, Señor, cúrame por dentro,
Como a los ciegos, mudos y leprosos,
que te presentaban. Yo me presento.
Despiértame, Señor, de este coma profundo,
Que es amarte por encima de todo.
Que yo vuelva a ver (Lc. 18,41)
A verte, a verles, a ver tus cosas a ver tu vida,
a ver tus hijos… Y que empiece a hablar,
con los niños, -balbuceando-, las dos palabras
mas profundas de la vida: ¡PADRE NUESTRO!


 

 

IIsj