Tres Estilos De Vida

«Tres modos de vivir la vida». Los indicó el Papa Francisco durante la misa en Santa Marta el viernes 29 de mayo, partiendo del pasaje del Evangelio de san Marcos (11, 11-25) que propone precisamente tres actitudes vinculadas a otras figuras: la «de la higuera», la de los «especuladores del templo» y la «del hombre de fe».

 

Ya el jueves 28, en la celebración matutina, el Papa Francisco había indicado las características de tres tipos de discípulos de Jesús —los «que no escuchaban el grito de ayuda» del ciego, los que «alejaban a la gente de Jesús» y, por último, «los que ayudaban a la gente que tenía necesidad de ir a Jesús»— invitando a todos a un examen de conciencia para reconocer el grupo de pertenencia. Al día siguiente volvió a presentar una reflexión similar, inspirada en el pasaje evangélico de san Marcos.

 

La higuera, explicó al respecto, «representa la esterilidad, es decir una vida estéril, incapaz de dar algo». Una vida, es decir, que no da frutos, «incapaz de hacer el bien», porque ese tipo de hombre «vive para sí mismo; tranquilo, egoísta», no quiere «problemas». En el pasaje evangélico Jesús maldice la higuera porque es estéril, «porque no puso de su parte para dar fruto», convirtiéndose así en el símbolo de la «persona que no hace nada para ayudar, que vive siempre para sí misma, a fin de que no le falte nada».

 

Estas personas, continuó el Papa, al final «llegan a ser neuróticas». Y «Jesús condena la esterilidad espiritual, el egoísmo espiritual» de quien piensa: «Yo vivo para mí: que a mí no me falte nada y los demás que se las arreglen».

 

Hay luego un segundo «modo de vivir la vida», y es el «de los explotadores, de los especuladores del templo». Ellos «explotan incluso el lugar sagrado de Dios para hacer sus negocios: cambian las monedas, venden los animales para el sacrificio, incluso entre ellos forman como un sindicato para defenderse». Un estilo «no sólo tolerado, sino también permitido por los sacerdotes del templo». Para hacer que se comprenda mejor, el Pontífice hizo referencia a otra escena, «muy fea», narrada en la Biblia, que describe «a los que hacen de la religión un negocio»: es la historia del sacerdote cuyos hijos «impulsaban a la gente a dar donativos y ganaban mucho, también de los pobres». Para ellos «Jesús no ahorra palabras» y a los mercaderes del templo les dice: «Mi casa es casa de oración. Vosotros, en cambio, la habéis convertido en una cueva de ladrones». Un pasaje duro, en el cual el Papa quiso detenerse: la gente «iba en peregrinación allí a pedir la bendición del Señor, a ofrecer un sacrificio» y precisamente allí «esa gente se veía explotada»; los sacerdotes «no enseñaban a rezar, no les daban catequesis... Era una cueva de ladrones». No les interesaba que existiera una verdadera devoción: «pagad, entrad...». Realizaban los ritos «sin devoción auténtica». De aquí el Papa Francisco partió para invitar a una reflexión: «No sé si nos hará bien pensar si entre nosotros hay algo por el estilo en algún sitio»: o sea «utilizar las cosas de Dios para el propio beneficio».

 

(Homilía, viernes 29 de mayo de 2015)