Yo Te Lo Hice Todo

Era una clase de niños que harán la próximamente la Primera Comunión. La profesora les explica en que consiste un acto de contrición perfecta, tratando de fomentar en ellos el verdadero dolor de los pecados. Después les pregunta cómo pueden hacer, de verdad, ese acto de contrición perfecta. Van dando distintas respuestas. Uno dice:

 

-Con el Crucifijo.

- ¿Con el Crucifijo? ¿Pero cómo? -pregunta la profesora.

-Yo cojo un Crucifijo. Miro a Jesús clavado y me acuerdo que fue por mi culpa.

Y le digo: “Jesús mío: yo te lo hice todo. Perdóname. Y le doy muchos besos”.

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El dolor de los pecados es la condición básica y central de toda buena confesión.

El pecado – Mis pecados – tienen toda la serenidad y gravedad que vemos en el rostro de un Dios Crucificado.

Dolor de Amor: El Amor a Jesús tiene que mover nuestro corazón al arrepentimiento.

Es verdad: “Yo se lo hice todo”.