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Mirar a Dios

 

 

Era una persona atormentada por sus pecados pasados y por sus actuales fallos. Se pasaba la vida dando vueltas a su conciencia. No se atrevía a mirar a Dios.

 

Un día, levanto su rostro y, tembloroso, miro a los ojos de Dios, y con sorpresa cuando solo esperaba reproches y reprimendas, oyó que Dios le decía:

  • Te amo.

Volvió a mirar, perplejo, y Dios seguía diciéndole:

  • Te amo.

Aquella mirada a los ojos del Señor cambio su vida.

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Aunque no somos nada expertos en conocernos, sí que lo somos, y mucho, en mirarnos. Gastamos demasiado tiempo en examinarnos a nosotros mismos y muy poco en contemplar al Señor.

Necesitamos más mirar a Dios. Si nos paramos a contemplarle, veremos que también nos dice: “Te amo”. Eso es el Evangelio, la “gran noticia”.

¿Por qué me costara tanto creer- en serio- que Dios me quiere de verdad? “Dios no es más que Amor y Misericordia” (Santa Teresita del Niño Jesús). 

 

 

 

 

 

 

 

 
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