Santidad y Alegría

 

 

Algunas oraciones nuestras a Dios Padre, además de conmoverle, deben hacerle reír. Eso, me imagino, debía ocurrirle con una niña, de nueve o diez años, que rezaba así:

 

 

 

********************************

 

La alegría es una virtud profundamente cristiana.

Decía Santa Teresa que “Un santo triste es un triste santo”. El Evangelio es, precisamente, “Buena Nueva”, “Alegre noticia”. La gran novedad de que Dios nos ama.

Si no somos alegres, es que no vivimos a fondo nuestra fe; no saboreamos el Amor Divino.

San Pablo aconseja a los colosenses (4,6): “Que vuestra conversación sea siempre amena, salpicada de sal, sabiendo responder a cada uno como conviene”.

¡Ojalá sepamos contagiar autentica y abundante alegría a este mundo triste!