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Ustedes Son Mis Manos

Durante una guerra fue destruida la imagen de un Cristo que presidia, desde el altar mayor de la iglesia parroquial, la vida de un pueblo. Se encontraron todos los fragmentos del crucifijo, menos las manos.

 

El escultor encargado de reconstruir la imagen se negó a hacer otras manos para el Cristo.

La imagen, una vez rehecha, fue colocada en su altar, sin manos, y con una inscripción muy visible en su base que decía así: “ustedes son mis manos”.

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¿Realmente somos las manos de Cristo? Porque para ser las manos de Cristo debemos estar clavados con El en la cruz… de otro modo, estaríamos separados de Él; seríamos como manos amputadas.

Somos manos de Cristo cuando abrazamos la cruz de cada día, donde Dios nos ha puesto.
 

 

 

 

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