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Semana Santa 2024

Reflexiones En Tiempos De Pandemia (2)

 

 

Estoy sin trabajo desde febrero y supongo que no soy la única. Muchos amigos me han dicho que trabajan menos y bastantes se han quedado (temporalmente espero) sin trabajo. Estoy tratando de dar clases de español online, pero muchos de mis alumnos son mayores y no se llevan demasiado bien con las nuevas tecnologías... Digo esto, porque es algo que ha venido de la mano de este “virus coronado”, que da la sensación de haberse convertido en el rey de los virus y no parece tener muchas ganas de abandonarnos… ¡Se ve que nos ha cogido más cariño que nosotros a él!

 

En estas circunstancias no es fácil mantener alto el ánimo, pero no es imposible.

Por si os sirve de ayuda, os daré una receta que, a mí, me sirve para levantarme en las horas bajas. Además de la oración personal siempre, del Santo Rosario diario, de la Coronilla de la Divina Misericordia… Hay algo que tampoco falla y es la lectura de la Biblia y en especial de algunos salmos que me encantan. Para no cansar citaré solo dos: El salmo 23, que todos conocemos: “El Señor es mi pastor, nada me falta... Aunque camine por lúgubres cañadas, ningún mal temeré, porque Tú vas conmigo; tu vara y tu bastón me defienden…” Y también el 139 ¡Mi preferido! “Señor, Tú me sondeas y me conoces. Sabes cuándo me siento o me levanto, de lejos percibes mis pensamientos, todas mis sendas te son familiares. Aún no ha llegado la palabra a mi lengua y ya, Señor, la conoces toda. Me estrechas por detrás y por delante, apoyas sobre mí tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime y no lo alcanzo… Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias porque eres prodigioso: Soy un misterio, misteriosa obra tuya…

Debo añadir que siempre me salto algunos párrafos de los salmos y concretamente el párrafo final del salmo 139, pero recomiendo la lectura de los salmos, en estos tiempos de incertidumbre.

A pesar de las dificultades de la vida, no debemos preocuparnos. Invoquemos siempre al Espíritu Santo para que nos guíe y nos haga discernir entre lo que es de Dios y lo que va contra Él y actuemos en consecuencia, dejándonos guiar por el Espíritu de Dios que habita en nuestros corazones. Él nos hará ver en cada momento lo que conviene.

Pongámonos en las Manos de Dios para que Él nos vaya convirtiendo en instrumentos de su Paz y de su Amor. Así sea.
 

 

Pilar F. Herboso 

 

 

 

 

 

 

 
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