Aquel que me ha visto, ha visto al Padre

(Juan, 14:1 al 12)

Jesús nos presentó al Padre. Nunca dijo memeces como cuándo se celebra su cumpleaños, o que su profesión es “Creador”, porque es absurdo.

Dijo sencillamente: “El que me ha visto, ha visto al Padre”.

Si vemos a Jesús lavando los pies de los discípulos, podemos saber cómo es Dios. El que ve a Jesús curando enfermos y leprosos, anunciando la buena noticia a los pobres, abrazando a los niños, aceptando a los gentiles y pecadores, ve al Padre Eterno.
Aquel que ve a Jesús que nació en un establo, puede ver al Padre Todopoderoso.
Aquel que ha visto a Jesús azotado y muerto en la cruz, puede ver meridianamente la figura misteriosa de Dios.

La cortina del templo ocultaba a Dios de los ojos del hombre. Cuando murió Jesús, S. Lucas cuenta que la cortina se rasgó por la mitad. Esto significa que, si vemos a Jesús que nos ama tanto hasta el extremo de dar su vida en la cruz, podemos ver a Dios que estaba oculto tras la cortina.

Dios es Amor. Esta frase es la que explica mejor cómo es Dios realmente.
El que ve a Jesús con profundidad, puede ver a Dios que es amor.

J. Garralda