El Roble Que Descubrio Su Corazon

En un hermoso paisaje, un árbol estaba triste.

“Tu tristeza es porque no das manzanas”, le decía el manzano.
“Serías feliz –decía el rosal –si dieras rosas.”
“La verdadera alegría está en dar naranjas,” afirmaba el naranjo…
Una noche un búho se posó en sus ramas y le susurró: “No te preocupes, tu problema no es tan grave. Lo sufren muchos seres sobre la tierra. Sé tú mismo; eres un roble. Tienes que crecer grande y robusto. Lo tuyo es dar cobijo a las aves, sombra a los peregrinos y belleza al paisaje. ¡Esa es tu misión, cúmplela!”
Escuchó esa voz en su corazón y desde entonces vivió más feliz siendo lo que era: ¡un roble!

El paisaje de la vida también es hermoso, aunque hay gente triste que quiere lo que no es, que busca lo que otros son, que se amarga porque no se acepta. Pero para todos y cada uno hay un lugar en este mosaico de la vida. Si cada piedrecilla se pule y brilla, si cada una guarda su misión, el jardín de la vida, el mosaico de la existencia será más y más hermoso. Y la gente vivirá más feliz porque habrá descubierto su corazón