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Lo Que Nos Dijo El Papa Francisco En Su Visita A Japon

La luz del Evangelio brilló en el amor que triunfó sobre la persecución

Esperaba con ansias este momento. Vengo como peregrino a rezar, a confirmar, y también a ser confirmado por la fe de estos hermanos, que con su testimonio y entrega nos señalan el camino.

 

Este santuario evoca las imágenes y los nombres de los cristianos que fueron martirizados hace muchos años... Sin embargo, este santuario, más que de muerte, nos habla del triunfo de la vida. San Juan Pablo II vio este lugar no sólo como el monte de los mártires, sino como un verdadero Monte de las Bienaventuranzas, donde podemos tocar el testimonio de hombres invadidos por el Espíritu Santo, libres del egoísmo, de la comodidad y el orgullo. Porque aquí la luz del Evangelio brilló en el amor que triunfó cobre la persecución y la espada.


Este lugar es ante todo un monumento que anuncia la Pascua, pues proclama que la última palabra no pertenece a la muerte sino a la vida. No estamos llamados a la muerte sino a una Vida en plenitud.


Vengo hasta este monumento dedicado a los mártires para encontrarme con estos santos hombres y mujeres, y quiero hacerlo con la pequeñez de aquel joven jesuita que venía de “los confines de la tierra”, y encontró una profunda fuente de inspiración y renovación en la historia de los primeros misioneros y mártires japoneses. ¡No olvidemos el amor de su entrega! Que la Iglesia en el Japón de nuestro tiempo, con todas sus dificultades y promesas, se sienta llamada a escuchar cada día el mensaje proclamado por san Pablo Miki desde su cruz, y compartir. con todos los hombres y mujeres la alegría y belleza del Evangelio, Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14,6); que podamos cada día liberarnos de todo aquello que nos pesa e impide caminar con humildad, libertad, parresia y caridad.


Hermanos: En este lugar también nos unimos a los cristianos que en diversas partes del mundo hoy sufren y viven el martirio a causa de la fe. Mártires del siglo XXI que nos interpelan con su testimonio a que tomemos, valientemente, el camino de las bienaventuranzas. Recemos por ellos y con ellos, y levantemos la voz para que la libertad religiosa sea garantizada para todos y en todos los rincones del planeta, y levantemos también la voz contra toda manipulación de las religiones.


Pidamos a Nuestra Señora, Reina de los Mártires, a san Pablo Miki y a todos sus compañeros que a lo largo de la historia anunciaron con sus vidas las maravillas del Señor, que intercedan por esta tierra y por la Iglesia toda, para que su entrega despierte y mantenga viva la alegría por la misión.

 

 

(Extracto discurso en el Monumento a los Santos Martires en Nagasaki) 

 

 

 

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